Continuando donde lo dejamos ayer, la consultora reconoce que las repercusiones de los coches autónomos en otros sectores podrían ser importantes. Por ejemplo, al reducir el número de accidentes de tráfico y colisiones, la tecnología AD podría limitar el número de consumidores que requieren asistencia en carretera y reparaciones. Esto podría presionar a este tipo de empresas a medida que aumente la adopción de la conducción autónoma por parte de los consumidores. Además, los consumidores con coches autónomos podrían no tener que pagar primas de seguro elevadas, ya que ceder el control de los vehículos a los sistemas AD podría significar que los conductores individuales ya no podrían ser considerados responsables de los accidentes de tráfico. Como consecuencia, podrían surgir nuevos modelos de seguros de empresa a empresa para la conducción autónoma.
Pruebas en marcha
Varios fabricantes de automóviles ya están probando nuevos productos de seguros. Estas empresas están recopilando información sobre el comportamiento al volante a partir de la tecnología autónoma y haciendo ofertas personalizadas a sus consumidores. Dado que los fabricantes de automóviles controlan el sistema de conducción autónoma, su funcionamiento y los datos que genera (como el rendimiento en tiempo real de los conductores), las empresas automovilísticas pueden adaptar con precisión las pólizas de seguros a sus consumidores, lo que les da una ventaja significativa sobre los proveedores de seguros externos.
Tres posibles escenarios
Por otro lado, y teniendo en cuenta los elevados niveles de incertidumbre actuales en la industria automovilística, McKinsey ha desarrollado tres escenarios para las ventas de turismos autónomos basados en distintos niveles de disponibilidad tecnológica, adopción por parte de los clientes y apoyo normativo. En nuestro escenario más moderado, los fabricantes de automóviles retrasan aún más los plazos de lanzamiento de los AV y la adopción por parte de los consumidores sigue siendo baja. Este escenario prevé que, en 2030, sólo el 4% de los turismos nuevos vendidos cuenten con funciones de conducción autónoma L3+, cifra que aumentará hasta el 17% en 2035.
Nuestro escenario de base supone que los fabricantes de equipos originales pueden cumplir los plazos anunciados para el lanzamiento de AV, con un nivel medio de adopción por parte de los clientes a pesar de los elevados costes de los sistemas AD. En 2030, el 12% de los turismos nuevos se venden con tecnologías autónomas L3+, y el 37% cuentan con tecnologías AD avanzadas en 2035.
Por último, en nuestro escenario más ambicioso, los OEM estrenan nuevos AV rápidamente, con ingresos considerables procedentes de nuevos modelos de negocio (por ejemplo, pago por uso, que ofrece AD bajo demanda, o nuevos servicios de suscripción). En este escenario, la mayoría de los fabricantes de automóviles premium preinstalan hardware que hace posible la conducción totalmente autónoma cuando el software está listo para actualizarse. En este escenario, el 20% de los turismos vendidos en 2030 incluyen tecnologías AD avanzadas, y el 57% las tienen en 2035.
