Pocas veces una medida pensada para proteger la salud genera tanta controversia. Pero en esta ocasión, el anuncio del Ministerio de Sanidad de prohibir fumar en los vehículos laborales ha encendido las alarmas en el sector del transporte por carretera. La Federación Nacional de Asociaciones de Transporte de España (Fenadismer) ha mostrado su preocupación por lo que considera una propuesta desproporcionada y discriminatoria si se aplica a los conductores profesionales.
Cuando el volante y la soledad se encuentran con la prohibición
En el día a día de un transportista, el camión no es solo una herramienta de trabajo: es su espacio, su oficina y muchas veces, su refugio durante largas jornadas. Durante horas y horas de conducción en solitario, muchos recurren a pequeños rituales para mantenerse concentrados o aliviar la tensión, como es el caso del tabaco. Por eso, desde Fenadismer advierten que impedir que estos profesionales puedan fumar en sus cabinas, cuando no hay más ocupantes, no tiene sentido desde el punto de vista sanitario y puede resultar incluso contraproducente.
El sector recuerda que los conductores pasan hasta cuatro horas y media seguidas al volante como permite la normativa sobre tiempos de conducción y descanso y que el tabaco, aunque con sus evidentes perjuicios para la salud, puede actuar como una vía de escape ante el estrés acumulado. Prohibírselo, dicen, aumentaría la ansiedad y podría comprometer la seguridad vial.
¿Discriminación encubierta?
Otro de los puntos que critican desde la federación es el trato desigual que se genera entre conductores profesionales y particulares. Mientras que estos últimos podrían seguir fumando en sus vehículos incluso si viajan acompañados, los transportistas no tendrían esa posibilidad, aun estando completamente solos en la cabina.
Fenadismer insiste en que comparte las metas generales de salud pública, pero solicita que las regulaciones tengan en cuenta la realidad específica del transporte de mercancías, donde muchas decisiones normativas, si no se calibran bien, pueden afectar directamente a la calidad del servicio y al bienestar de quienes lo sostienen. En palabras de la federación: proteger la salud no debería significar castigar la profesión.
Ahora, el debate está sobre la mesa. Y el volante, una vez más, gira entre el deber de cuidar y el de comprender.
