Como todos ustedes saben, el mundo ha cambiado desde que cursaron esta invitación. La invasión ilegal y no provocada de Ucrania por parte de Rusia el 24 de febrero ha traído la muerte y la destrucción a Europa de una manera que ninguno de nosotros podría haber imaginado. Ha eclipsado todo lo demás, tanto en la política como en nuestro día a día. Así que, aunque les pondré al día sobre nuestro trabajo en materia de política de transportes, permítanme empezar dando una breve visión general, desde la perspectiva del Transporte, de cómo la Comisión Europea y el Sector han respondido a los acontecimientos en Ucrania.
Quisiera empezar agradeciendo de todo corazón a los millones de ciudadanos de la UE que están ayudando a atender a los refugiados que huyen de esta brutal guerra. Esta solidaridad es un fuerte recordatorio y una confirmación de la fuerza y el apego a los valores humanos fundamentales que defiende nuestra familia europea.
Nuestros ciudadanos han demostrado la fuerza con la que estamos unidos, y también es evidente en las medidas que hemos tomado en la UE
En el ámbito del Transporte, nuestras sanciones se dirigen a los viajes en avión, a la tecnología y a los equipos. Hemos cerrado el espacio aéreo y el territorio de la UE a las aeronaves operadas por compañías aéreas rusas, registradas en Rusia o propiedad de un individuo ruso o fletadas por él. También hemos prohibido la venta, el suministro, la transferencia o la exportación de todos los bienes y tecnologías aeronáuticas, así como de los buques y equipos marinos, incluidos los equipos de navegación y radio para el transporte marítimo. Y hemos añadido a la lista de entidades sujetas a sanciones financieras a los Ferrocarriles Rusos y al Registro Marítimo de Rusia.
Si bien las sanciones pretenden impedir la movilidad dentro, hacia y desde Rusia, me complace decir que el transporte también está desempeñando un enorme papel en la ayuda a las víctimas de este conflicto.
Refugiados necesitados
Más de 2,5 millones de ciudadanos y residentes ucranianos han abandonado ya el país. Sólo en Polonia hay más de 1,5 millones. Eso es más que la población de la segunda ciudad de Polonia, Cracovia. Otros Estados de primera línea también están tirando del carro; más de medio millón de refugiados han entrado en el país que mejor conozco, Rumanía, para buscar seguridad. Quiero agradecer especialmente a las personas e instituciones de esos Estados de primera línea que alivian el dolor de estos compatriotas europeos.
Hemos activado la Directiva de Protección Temporal de la UE para los ciudadanos ucranianos y de terceros países que no pueden regresar a su país o región de origen. También hemos publicado directrices operativas para facilitar el cruce de fronteras entre la UE y Ucrania, incluso para los trabajadores del transporte. Esto significa, por ejemplo, aceptar a quienes no tienen un pasaporte válido.
Estas medidas son útiles y necesarias. Pero son las acciones del propio Sector del transporte las que me han llenado de orgullo. Hay demasiados operadores para enumerarlos aquí, pero hemos visto que empresas de autobuses, trenes y transbordadores de toda Europa (e incluso una aerolínea) ofrecen viajes gratuitos a los necesitados. Las asociaciones nacionales de transportistas por carretera también están coordinando ofertas de transporte para los refugiados. Estas muestras de solidaridad me enorgullecen enormemente, tanto en mi calidad de europea como de comisaria de Transportes.

