El proceso de electrificación cambió con la introducción de las «baterías de iones de litio, las cuales mejoraron de manera sensible la autonomía de los vehículos y las velocidades de carga conocidas hasta ese momento». Una clara evolución «frente a las baterías de plomo/ácido, las cuales no solo eran muy pesadas, sino también tremendamente ineficientes».
Como es lógico, las baterías de iones de litio «han ido también mejorando en el transcurso del tiempo: la materia prima, la disposición de las celdas, aspectos químicos y físicos… traduciéndose en componentes que duran más, cargan más rápidamente y tiene menos masa por kw/h de energía».
¿Relevo definitivo?
Por otro lado, el progreso no se detiene, y desde la entidad afirman que «al parecer, las sucesoras naturales han llegado para quedarse». Hablamos de las ‘Baterías de Estado Sólido’, que podrían suponer «el final de las baterías de iones de litio tal como las conocemos hasta ahora».
En estos momentos, nos encontramos inmersos en plena carrera comercial por ver qué fabricante es capaz de llegar primero al mercado con unas baterías que tendrán una importante incidencia en los costes de los vehículos eléctricos y en su autonomía.
Ventajas e inconvenientes
Jaca Ingenieros analiza los pros y los contras de cada una de las opciones. Por un lado, las Baterías de Ion de Litio «poseen innegables cualidades, pero tienen inconvenientes. Aunque es verdad que son más livianas que sus predecesoras, son todavía algo pesadas debido al líquido o al electrólito en forma de gel. Se sabe también que funcionan mejor cuando son instaladas en ‘paquetes apilables’, lo cual añade más peso aún. Adicionalmente, los electrólitos pueden ser inflamables y perder estabilidad a temperaturas extremas, lo cual puede causar explosiones o fuego si son dañadas o cargadas inapropiadamente».
La diferencia con las baterías de estado sólido es que «el inflamable electrólito líquido es reemplazado por uno sólido. Esto las hace más estables, más compactas y claramente más livianas. El electrólito sólido puede estar comprendido por materiales como cerámica y vidrio. Al tener menos piezas cuenta con menos las posibilidades de que algo no funcione». Se apunta que «el uso de baterías de estado sólido permitirá que los vehículos trabajen con mejores estándares de seguridad, debido a la reducida posibilidad de alguna ‘fuga térmica’, las cuales pueden desatar fuego y explosiones».
Las baterías de estado sólido «también pueden calentarse, pero no contienen material inflamable en su construcción, pesan menos debido a su alta densidad energética y no requieren complicados sistemas auxiliares de seguridad, como refrigeración. La ausencia de estos componentes extra hace que el vehículo sea más liviano, lo que se traduce en mayor recorrido con un paquete de baterías más pequeño». A esto se suma que «algunos fabricantes indican haber llegado al 80% de carga en 15 minutos«.
Y, como última razón, se afirma que «una batería de iones de Litio comenzará a degradarse y perder capacidad de potencia después de 1.000 ciclos, mientras que las baterías de estado sólido mantendrán 90% de su capacidad aún después de 5.000 ciclos«. Para Jaca Ingenieros, la decisión está clara, a falta de la disponibilidad.

