La semana pasada tuvo lugar una Jornada, organizada en Madrid por Atuc, con la nueva Ley de Movilidad Sostenible como eje principal. Una cita muy interesante, por cierto, en la que surgieron muchos temas importantes y pudimos conocer algunas de las previsiones que manejan los partidos políticos, al respecto de ésta y otras cuestiones que afectan al transporte por carretera.
Sin embargo, uno de los argumentos que se esgrimió durante la mañana nos deja un poso de duda y, por qué no, de indignación. Fue el portavoz socialista quien lo sacó a colación, aunque sus compañeros de mesa, del PP y de ERC, no lo desmintieron.
Por explicarlo brevemente, se justifica el retraso en abordar algunos asuntos por lo inadecuado del contexto político en determinados momentos. Y fue algo que repitió en varias ocasiones, por lo que no cabe lugar a error en la comprensión por nuestra parte.
Es decir, que hay cosas que no conviene discutir si no se obtiene un rédito político en la operación. O, peor aún, no se está dispuesta a asumir el posible desgaste que podrían suponer.
No podemos olvidar que estamos en año electoral (los representantes políticos se encargaron de recordarlo varias veces), y eso marca la actualidad.
Pero, ¿POR QUÉ?
¿En qué momento los servidores públicos, los que elegimos entre todos, toman la decisión de retrasar algunos debates que reconocen que son necesarios para la sociedad? El mapa concesional y el asunto de los peajes en las carreteras son los principales ejemplos de esto. Se afirma que hay que debatir, que es algo necesario, pero que se hará cuando convenga. ¿En serio?
¿Se anteponen los intereses políticos y electorales a los de la población? La respuesta es evidente. Lo peor es que se afirma sin pudor, como si fuera lo normal, lo lógico. Y lo que es evidente es que algunos han perdido la perspectiva, y que otros muchos lo consentimos. Hagamos algo por modificar este tipo de comportamientos.
Que le sea útil, es nuestro mayor interés.

