Ya hemos detallado alguno de sus apartados anteriormente, y ahora nos fijamos en la conveniencia de determinar el marco de planificación bajo en carbono.
Este paso es una de las etapas clave del proceso para integrar plenamente la planificación de la reducción del futuro Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS), ya que es una oportunidad para evaluar toda la planificación de múltiples sectores, y alinearse con sus metas y objetivos, así como los plazos.
Este paso dará lugar a una comprensión global de las estrategias ya existentes en materia de mitigación climática a nivel local y nacional, incluyendo otros factores como el uso del suelo y de la energía.
Definir el ámbito geográfico
Un PMUS bajo en carbono debe abarcar el área urbana funcional (FUA), ya que los viajes más largos en su interior pueden representar una parte minoritaria del total de viajes urbanos, pero producen mayores cantidades de CO2 que los más cortos. Además de conseguir el apoyo político de las autoridades locales de la zona, la definición de la FUA como ámbito principal de un PMUS garantizará la recogida y el análisis de datos adecuados y la planificación y aplicación de medidas.
Por lo tanto, un PMUS que abarque toda la zona urbana será mucho más eficaz para reducir las emisiones de GEI que uno que cubra sólo una parte de la misma.
Basándose en el análisis del tráfico, el área urbana funcional puede abarcar una zona en la que se produzca la gran mayoría de los desplazamientos. Pueden aplicarse otros criterios en función del enfoque y las indicaciones específicas.
Los profesionales podrían identificar dentro de estos límites los modos que podrían verse afectados por el PMUS y tendrían un impacto relevante en las emisiones de GEI como resultado de su respectiva cuota modal.
Evaluar los planes existentes
El PMUS debe ser coherente y contribuir a otros planes y estrategias clave de la UE, nacionales, regionales y locales que tengan un impacto en la planificación urbana, ordenación territorial, calidad del aire, medio ambiente, energía, innovación e investigación y desarrollo. Estos planes deben recoger y adaptar los objetivos de los principales acuerdos internacionales, como el Acuerdo de París, en objetivos más sectoriales y específicos de cada zona, en concreto para reducciones de GEI.
Los planes existentes deben alinearse en dos aspectos importantes. En primer lugar, deben estar libres de contradicciones o, lo que sería ideal, reforzarse e informarse mutuamente. Esto no siempre es posible. Por ejemplo, si se trata de paliar la escasez de viviendas unifamiliares fuera de los corredores de transporte público.
En segundo lugar, los planes existentes deben sincronizarse en el sentido de fijar horizontes temporales compatibles, porque sólo unos planes coordinados pueden ser coherentes.
Para alinear el trabajo dentro de la ciudad y los plazos de preparación de los dos planes, el PMUS y el Plan de Acción Climática, es crucial reunir a los departamentos. Este podría basarse en una estrategia de transición a largo plazo que, aunque no sea este el caso, deberá garantizar unas emisiones cercanas a cero en 2050.
Para conseguir apoyo político y planificación a largo plazo, el objetivo es presentar las dos estrategias como interrelacionadas, al servicio de los objetivos más amplios de descarbonización y la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos de la ciudad.

