La suspensión temporal de los aranceles por parte de Washington abre una ventana de negociación que, pese a ser vista con optimismo por Bruselas, ha sumido a los mercados en un clima de alta incertidumbre.
La reunión informal de ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea, celebrada este fin de semana en Varsovia, ha girado en torno a un tema candente: el impacto que tendrá la tregua comercial entre Europa y Estados Unidos en el comportamiento de la inversión y la economía global. En estos 90 días sin nuevos aranceles, se ha instalado una sensación generalizada de pausa, en la que muchas decisiones empresariales quedarán en suspenso mientras se aclara el horizonte normativo y comercial entre ambos bloques.
Este paréntesis arancelario, fruto del anuncio del presidente estadounidense Donald Trump y acogido con cautela por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, es visto como una oportunidad para el diálogo. Sin embargo, tal como apuntó el presidente francés Emmanuel Macron en sus redes sociales, se trata de una pausa “frágil”, que lejos de aportar estabilidad ha exacerbado el nerviosismo en los mercados internacionales.
Los expertos y responsables políticos coinciden en que el clima actual está marcado por una triple incertidumbre: normativa, económica y monetaria. La inestabilidad de las bolsas, el repunte del dólar y la volatilidad de los bonos soberanos son síntomas de que los inversores temen una escalada de las tensiones si las negociaciones no prosperan. En este sentido, desde el seno del Eurogrupo se remarca que la suspensión de los aranceles no abarca la totalidad de las tarifas impuestas, quedando todavía en vigor gravámenes sobre sectores clave como el acero, el aluminio o la automoción.
En cuanto al impacto económico, la Comisión Europea prevé que esta guerra comercial podría restar hasta dos décimas al crecimiento del PIB comunitario hasta 2027. Las previsiones son más severas para Estados Unidos, cuya economía podría contraerse entre un 0,8% y un 1,4% en el mismo periodo. En un escenario de escalada arancelaria, el daño sería aún mayor: un retroceso de hasta el 3,3% para EE. UU., del 0,6% para la UE y del 1,2% a nivel mundial, según detalló el comisario europeo de Economía, Valdis Dombrovskis.
La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, también intervino para asegurar que la institución vigila de cerca la evolución de la situación y está preparada para actuar si se ve comprometida la estabilidad de precios o la salud del sistema financiero. Aunque evitó mencionar medidas concretas, Lagarde reafirmó la disposición del BCE para usar todas las herramientas disponibles en caso necesario.
Así, el bloque comunitario navega entre la esperanza de un acuerdo que elimine barreras y la prudencia ante una situación inestable. Mientras tanto, muchas empresas detendrán sus inversiones a la espera de una resolución clara, sabiendo que el resultado de estas negociaciones podría redefinir el comercio global en los próximos años.