Estas declaraciones las recoge la web de National Geographic, en un artículo que surge a raíz del comportamiento cuanto menos controvertido de algunas estrellas de fútbol hacia la sostenibilidad en el transporte. Por eso, desde la entidad se analiza cuál es el medio de transporte más contaminante. ¿Qué es preferible en términos ecológicos, el tren, el avión o automóvil? La respuesta no es sencilla, pues no todos los coches, los trenes y los aviones son iguales ni transportan la misma cantidad de personas. Es decir, la respuesta dependerá del contexto, aunque, entre las tres opciones, el tren es claramente la opción ganadora en cuanto a emisiones netas.
Así lo contempla, por ejemplo, el último informe sobre transporte y medio ambiente de la Agencia de Medio Ambiente Europea en el que se evalúa el valor de los viajes entre y en avión en el contexto del Pacto Verde Europeo. Su conclusión es tajante: pasar del avión al tren puede desempeñar un papel clave en las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas del transporte.
El tren
Según datos de la Unión Europea, en 2018 el transporte representó el 25 % de las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE. La mayoría de estas proceden del transporte por carretera (72 %), mientras que el transporte marítimo y la aviación representan el 14 % y el 13 % de las emisiones, respectivamente. El ferrocarril, por último supone solo un 0,4 % de todas las emisiones. Estos cálculos no solo incluyen las emisiones directas y la contaminación atmosférica, sino que también contemplan las generadas durante los procesos de producción, transmisión y distribución de energía utilizada por los trenes y las aeronaves.
Las emisiones de la aviación tienen unos efectos mucho mayores en términos de pasajeros-kilómetro. Sin embargo, en el informe queda reflejado que volar no es necesariamente la elección más perjudicial; viajar con un coche de gasolina o diésel, especialmente si se desplaza solo una persona, puede resultar más nocivo en términos medioambientales.
En conclusión, el tren es el modo de transporte de viajeros y de mercancías más eficiente en términos de consumo de energía y de emisiones de CO2. Si tenemos que decantarnos por el tren o el avión, elijamos siempre el tren. Si la alternativa al transporte aéreo es el coche, dependerá de los kilómetros que recorramos y del número de pasajeros. En cualquier caso, la transición hacia una movilidad más sostenible requerirá un esfuerzo por parte de todos, especialmente de la población que más contamina.
Todo esto está muy bien y es ilustrativo, pero ¿no echan de menos al autobús?

