No existe ni una sola organización empresarial relacionada con el turismo y nuestro Sector que no aplauda el fin de las mascarillas obligatorias en el transporte público. Y eso debería querer decir algo: que la medida ha llegado tarde. Así lo consideran Confebus y Atuc, que tienen muy claro que se ha demonizado injustamente al transporte público como presunto foco de contagio del Covid, sin una sola prueba que lo refrende. Y el presidente de la Mesa del Turismo, Joan Molas, lo tiene igual de claro: “Por fin se ha modificado la obligatoriedad del uso de las mascarillas, sobre todo dentro del mundo de la aviación”, poniendo el foco en “la competencia que se había generado entre las compañías españolas y el resto, que ya habían abolido dicha medida". Perjuicio competitivo Incluso, el presidente de la Mesa afirma que muchos clientes "escogían a otras aerolíneas para viajar a España por la incomodidad de las mascarillas", con el consiguiente perjuicio a nuestra competitividad en el ámbito turístico, bien reconocida a nivel mundial. Quizá sea mejor dejar para otro momento (esperemos que no se olvide) la depuración de responsabilidades ante el evidente retraso que hemos vivido para retirar la obligatoriedad. Ahora lo que toca es aplaudir la medida, aprovechar el posible efecto reclamo que pueda suponer en el circuito internacional y, por supuesto, continuar prestando el mismo servicio de calidad, seguro y eficiente, que tiene por costumbre el Sector nacional.