Sin embargo, como refleja un estudio elaborado por la consultora internacional McKinsey, se produce una paradoja interesando, dado que los miembros de la Generación Z son algo menos entusiastas cuando hablamos de su propio permiso de conducir.
Los datos aportados indican que los estadounidenses de la Generación Z conducen menos que las generaciones anteriores, al menos por ahora: en 1997, el 43% de los jóvenes de 16 años y el 62% de los de 17 (también conocidos como millennials mayores) tenían carné de conducir. En 2020, esas cifras se habían reducido al 25% y al 45%, respectivamente, según la Administración Federal de Carreteras de Estados Unidos.
¿Por qué sucede esto?
Pues existen múltiples posibles explicaciones, o especulaciones, como dice el estudio. Podría deberse a que los adolescentes de hoy en día declaran estar mucho más ansiosos que cualquier otro grupo de edad. Es posible que confíen en su familia o en sus amigos para desplazarse (aunque muchos de ellos se conformen con quedarse en casa y utilicen las redes sociales y los videojuegos para relacionarse con sus compañeros). O puede que no quieran conducir porque buscan una opción sostenible, como el transporte público, los viajes compartidos o los e-scooters. También es posible que una economía en crisis y la inflación hayan influido en su entrada en la edad adulta, desalentando el gasto en artículos de gran valor como los coches.
Cuando los millennials alcanzaron la edad de conducir, no faltaron titulares que los calificaban como la generación «que no va a ninguna parte». Y eso no era exactamente cierto; los millennials acabaron empezando a conducir, aunque menos que los Gen Xers y los boomers.
Ahora mismo resulta demasiado pronto para saber si la tendencia a no conducir se mantendrá con la Generación Z, sobre todo teniendo en cuenta los cambios que se están produciendo en los mercados de la movilidad y la automoción. Según Kersten Heineke, socio de McKinsey, y sus coautores, se espera que el mercado mundial de la movilidad asalariada alcance unos ingresos de hasta 860.000 millones de dólares en 2030, frente a los 130.000 millones de 2019, sobre todo porque los consumidores siguen buscando opciones de transporte sostenibles y rentables.
El mercado de los vehículos autónomos también evolucionará, aunque todavía hay que convencer a los consumidores de la seguridad de estos vehículos. Y los miembros de la Generación Z que decidan que conducir no es lo suyo, pueden entretenerse con TikTok en el asiento del copiloto o ponerse al volante en el metaverso, concluyen desde McKinsey, con cierto tono irónico.
En cualquier caso, el transporte público colectivo estará encantado de ofrecerse como solución a todas aquellas personas que decidan no coger el coche, tengan la edad que tengan.

