Sin duda, en un análisis tan extenso no podía faltar la pandemia de Covid-19 y sus repercusiones, algunas de las cuales todavía tendremos que descubrir con el paso del tiempo.
Se reconoce que «ha tenido un gran impacto en muchos aspectos de la vida, incluida la movilidad personal y el sistema de transporte. El despliegue de ‘cierres patronales’ en gran parte de la Unión Europea dejó a gran parte de su población confinada en sus casas, provocando uno de los cambios más rápidos y significativos en la vida cotidiana desde la Segunda Guerra Mundial».
También es evidente que «las repercusiones del Covid-19 han variado considerablemente en función de la geografía: los distintos países y regiones de Europa han sufrido sus efectos con distinta intensidad en diferentes momentos. Esto se ha reflejado en los patrones de movimiento; a veces, algunas zonas han tenido patrones de transporte relativamente ‘normales’, mientras que otras han visto el cese casi total de la movilidad».
Los impactos futuros de la pandemia son casi imposibles de predecir. Sin embargo, «podemos estar seguros de que ha cambiado fundamentalmente la trayectoria del desarrollo socioeconómico futuro. Como tal, tendrá un efecto duradero en la vida y el trabajo en común de las personas, y puede desencadenar cambios de comportamiento a largo plazo en el uso del Transporte. Un ejemplo obvio, y muy discutido, es la posible desurbanización; con el descubrimiento de que muchos trabajos pueden realizarse a distancia, la necesidad de que gran parte de la población europea se desplace al centro de las ciudades para trabajar está siendo cuestionada. Las implicaciones de este cambio para el Transporte son, potencialmente, profundas».
Difíciles previsiones
En cualquier caso, «la probabilidad de que este cambio se produzca a gran escala es difícil de determinar; muchas empresas han declarado que esperan una vuelta al trabajo de oficina, similar a la norma anterior a la pandemia, con la esperanza de que las personas vuelvan a la oficina. Junto a este deseo de trabajadores de oficina, se observa que muchos puestos de trabajo requieren asistencia ‘in situ’ (por ejemplo, en fábricas y centros de clasificación)».
Además, la oferta de opciones de transporte público puede verse afectada por Covid-19. La disminución de los ingresos por ticketing causada por la caída del número de pasajeros en la pandemia ha dejado a muchos operadores de transporte público incapaces de proporcionar los niveles de servicio anteriores a la pandemia. En algunos casos, esto ha llevado a los operadores a la quiebra total, o ha requerido importantes subvenciones del gobierno. Queda por ver lo que esto significará en la era pospandémica, pero es probable que provoque cambios en la forma de propiedad, financiación y funcionamiento del transporte público«.
Está claro que sigue habiendo mucha incertidumbre sobre los futuros impactos de Covid-19 en el transporte (y en la equidad social y la inclusión en el transporte). A la hora de adaptar el futuro sistema de transporte en respuesta a la pandemia, será importante tener en cuenta cómo los diferentes grupos de usuarios experimentan los factores relevantes de diferentes maneras. Por ejemplo, las personas mayores o las personas con responsabilidades asistenciales pueden estar sujetas a mayores riesgos para la salud y, por lo tanto, sentirse inseguras utilizando el transporte público. En consecuencia, es posible que las pautas y opciones históricas de movilidad no aporten pruebas suficientemente fiables para fundamentar nuevas políticas o servicios, por lo que será necesario un enfoque más matizado para anticipar las necesidades futuras«.

