Después de dejar un tiempo relativo para que digieran esta información, pasamos a analizarla. ¿Cómo es posible? El impacto de la subida del precio de la electricidad es evidente, en muchos órdenes de la vida, pero que el transporte público colectivo, una de las cuestiones más esenciales para la movilidad en las ciudades, se vea afectado, no lo vimos venir.
¿Alternativas?
Si el servicio de Metro en Madrid se reduce, ¿cuál es la alternativa para la población? ¿Utilizar el vehículo privado? Porque eso implica contaminación, congestión y hacer frente al pago del combustible, que ya sea electricidad o derivado del petróleo, también está por las nubes. La idea no parece la mejor, teniendo en cuenta los importantísimos esfuerzos que han llevado a cabo las ciudades de todo el mundo para ser más sostenibles. Más bien, va en contra de todo lo avanzado en los últimos años.
Y otras dudas peligrosas: ¿Se tomará la misma medida con los autobuses? ¿O en otras ciudades?

