La nueva Ley de Movilidad Sostenible reabre el debate sobre el papel de la movilidad corporativa en la economía circular
El auge de la movilidad compartida y el refuerzo normativo impulsado por la nueva Ley de Movilidad Sostenible han reactivado una pregunta clave: ¿podemos considerar el transporte corporativo como parte de la economía circular? La respuesta, lejos de ser sencilla, combina avances alentadores con retos que requieren una revisión profunda.
La movilidad compartida como punto de inflexión
El transporte corporativo compartido se ha consolidado como una herramienta estratégica para las empresas, especialmente tras la obligación legal para organizaciones con más de 200 empleados de disponer de un plan de movilidad sostenible en un máximo de dos años. Este modelo permite reducir la flota necesaria, optimizar rutas y minimizar la huella ambiental, favoreciendo un menor consumo de materias primas y energía, elementos alineados con los principios de la economía circular.
Asimismo, las soluciones bien diseñadas aceleran la descarbonización, clave en un contexto donde los coches nuevos en España mantienen unas emisiones medias de 119,1 g/km de CO₂. A ello se suma la mejora del espacio urbano, al liberar zonas saturadas por el vehículo privado y reducir el impacto de los desplazamientos diarios.
El transporte compartido bajo demanda se posiciona como una de las alternativas más eficaces
Pese a los beneficios, los expertos coinciden en que la circularidad plena aún está lejos. No basta con reducir el número de vehículos: es necesario considerar el ciclo de vida completo, desde el mantenimiento y la gestión de baterías hasta el reciclaje de componentes. Modelos implantados de forma deficiente como ocurrió con los patinetes eléctricos abandonados en varias ciudades muestran que una mala planificación puede generar más residuos y ciclos de vida muy cortos, comprometiendo los objetivos de sostenibilidad.
El transporte bajo demanda como aliado
En este contexto, el transporte compartido bajo demanda se posiciona como una de las alternativas más eficaces para avanzar hacia la circularidad. Al promover el carsharing corporativo, las empresas reducen el uso del vehículo individual, optimizan rutas, disminuyen emisiones y recortan costes operativos y laborales.
Ejemplos como Celering, empresa española especializada en soluciones de movilidad compartida para empleados, demuestran que es posible aplicar principios de economía circular al transporte cotidiano, fomentando un uso racional de los vehículos y contribuyendo a disminuir las emisiones asociadas a los desplazamientos laborales.
Aunque todavía queda camino por recorrer para hablar de una circularidad total, la movilidad compartida avanza con pasos firmes y aporta suficientes argumentos para ocupar un lugar relevante en la conversación sobre sostenibilidad en el transporte corporativo.





