Incorpora el estudio un amplio apartado relacionado con el Transporte, en el que se indica que las redes de transporte conectan a las personas entre sí, así como con todo lo que necesitan para vivir satisfactoriamente: educación, empleo, bienes y servicios.
Sin embargo, los sistemas de transporte actuales no son accesibles para todos y contribuyen a una importante contaminación de carbono en la atmósfera. Desde 1990, por ejemplo, el aumento de automóviles y de viajes debido al desarrollo económico ha provocado un incremento constante de las emisiones de GEI procedentes del transporte y las emisiones de todo el sistema alcanzaron aproximadamente una cifra de 8,7 GtCO2 en 2019, antes de bajar a 7,6 GtCO2e en 2020 durante la pandemia.
Se estima que el 72% de las emisiones del transporte en 2020 provienen de los vehículos de carretera, seguidas por el 12% del transporte marítimo, el 9% de la aviación, y el 7% de los ferrocarriles y otras fuentes. En 2021, las emisiones del transporte comenzaron a aumentar de nuevo, recuperando alrededor del 44% de la disminución de emisiones de CO2 de 2019 a 2020.
Tres pasos para el cambio
La transformación del sistema de transporte mundial para invertir esta tendencia requerirá tres cambios clave. En primer lugar, los viajes deben pasar a ser o seguir siendo modos activos (incluidos los desplazamientos a pie y en bicicleta) y en transporte público compartido. Para este cambio, el informe hace un seguimiento de corta y media distancia a través de la proporción de kilómetros recorridos por los turismos, los kilómetros de transporte urbano por cada millón de habitantes, y los kilómetros de carriles bici urbanos seguros y de alta calidad por cada 1.000 habitantes.
En segundo lugar, los gobiernos deben eliminar gradualmente el motor de combustión interna y pasar a los vehículos de carretera con cero emisiones de carbono. Por último, los sistemas de transporte marítimo y aéreo deben descarbonizarse mediante una combinación de estrategias de reducción de la demanda y tecnologías de cero emisiones de carbono.
Otro cambio clave en el sistema de transporte es reducir la dependencia del automóvil y las distancias recorridas (especialmente en coche y en avión), sobre todo en las regiones de altos ingresos donde la dependencia del coche es alta. Esto no debería ser necesariamente una norma aplicada a todas las regiones.
Sin embargo, el acceso a la movilidad debe aumentarse en las zonas en las que es escaso, y en algunos casos el viaje en vehículo es la única opción cuando los modos activos o el transporte público no son viables. Para reducir la dependencia del automóvil y la distancia de viaje se requiere una combinación de planificación multimodal, políticas de gestión de la demanda de transporte que animen a los viajeros a utilizar la opción más eficiente para cada viaje, y políticas de desarrollo de crecimiento inteligente que creen comunidades más compactas en las que sea fácil desplazarse sin tener que conducir.

