Uno de los anexos procura identificas las principales tendencias que presentes y futuras al respecto, sobre el que ya habíamos apuntado algunas claves, a las que habría que añadir que muchas de estas tendencias ya se están poniendo de manifiesto: el despliegue de vehículos eléctricos y de la infraestructura de recarga necesaria es un claro ejemplo.
El impacto diferencial que la descarbonización tiene sobre los distintos componentes de la sociedad también se está dejando sentir ya; la protesta más famosa, la de los «Gilets Jaunes» en Francia, fue provocada, en parte, por un aumento del impuesto sobre el combustible introducido por razones medioambientales. El estudio ha detectado que muchos proyectos destinados a reducir las emisiones de carbono en las zonas urbanas tienen como objetivo reducir la cuota de vehículos privados, en favor de los modos activos y el transporte público. Es evidente que este tipo de planes puede aportar muchos beneficios a la igualdad social y la inclusión, pero también existe el riesgo de que excluyan a quienes dependen del coche o no pueden permitirse coches nuevos con combustibles alternativos. Esto pone de relieve el potencial de la descarbonización para desplazar las cuestiones de inclusión y equidad social en nuevas direcciones; cambiando el tipo, en lugar de aumentar o reducir necesariamente el volumen, de usuarios que se enfrentan a estas cuestiones.
Estas políticas y planes pretenden impulsar la descarbonización mediante cambios de comportamiento, indirectamente a través de incentivos/desincentivos. A veces, estas políticas no tienen los efectos previstos. Por ejemplo, en Tallin se ha introducido el transporte público gratuito para que la ciudad sea más equitativa y para que la gente deje de utilizar el coche privado y se pase al transporte público. La política ha provocado un aumento de la cuota del transporte público (de aproximadamente el 3%), pero también hay pruebas de que ha acortado la duración media de los viajes. Esto sugiere que la gente utiliza ahora el transporte público como alternativa a los viajes cortos (como los que antes se hacían a pie/utilizando modos «activos») en lugar de los viajes más largos en coche.
De hecho, algunas estimaciones sugieren que, aunque la cuota de uso del coche sólo se redujo en un 5%, la cuota de uso de los desplazamientos a pie y en bicicleta se redujo en un 40%.
Incertidumbre en el horizonte
En resumen, aunque muchas de las políticas generales de alto nivel para la descarbonización ya se han trazado, el impacto real que pueden tener es difícil de predecir. En última instancia, estos impactos:
– Variarán mucho según la geografía social y económica;
– Estarán modulados por el impacto de los cambios de comportamiento;
– Se verán influidos de forma significativa por la aparición de nuevas tecnologías,
– Dependerán de los incentivos financieros que se ofrezcan a los consumidores.
Por lo tanto, aunque la descarbonización es una tendencia importante y bien establecida, y seguirá siéndolo en el futuro, es muy difícil decir con seguridad cómo se manifestará a medio y largo plazo. Para ello, habría que cartografiar cuidadosamente la tendencia en el contexto material y social de la geografía en cuestión.

