Si hacemos un pequeño repaso a las condiciones que nos vamos a encontrar en el mercado durante este ejercicio, una confluencia de vientos en contra frenará la recuperación y el impulso de crecimiento de las economías europeas: la guerra en Ucrania, la crisis energética, la elevada inflación y la inminente recesión mundial. Esto afectará al poder adquisitivo de los consumidores, lo que a su vez afectará a la demanda de transporte por carretera.
Las previsiones de Ti para 2023 reflejan el debilitamiento general de la demanda, la menor confianza de los consumidores y la elevada inflación, con las consiguientes consecuencias en estos aspectos concretos:
Crecimiento económico
Las tendencias a la baja se impondrán en toda Europa. La ralentización del crecimiento económico en la UE, agravada por la elevada inflación, debilitará la demanda de servicios de transporte de mercancías por carretera dentro, a través y fuera de Europa.
La crisis energética, los consiguientes aumentos de precios y los riesgos de recesión seguirán contrarrestando la recuperación económica en Europa en 2023. Según el FMI, Alemania e Italia entrarán en recesión en 2023 y se supone que esta evolución podría ser representativa de todo el continente.
Producción industrial y fabricación
La escasez de materias primas y productos intermedios, el debilitamiento de la demanda y la escasez de energía están lastrando las perspectivas del sector manufacturero en Europa. Alemania, por ejemplo, primer exportador europeo de manufacturas, experimentará un retroceso en 2023. Una encuesta efectuada a 3.500 fabricantes por las Cámaras de Industria y Comercio alemanas (DIHK) reveló que el 16% estaba reduciendo la producción o interrumpiendo parcialmente sus operaciones comerciales debido al aumento de los precios de la energía.
Las carteras de pedidos alemanas siguen llenas, lo que sugiere que no se producirá un descenso significativo de la producción, aunque cada vez se constatan menos nuevos pedidos, lo que alimenta unas expectativas poco halagüeñas para el nuevo año.
Los problemas son especialmente graves en la industria del automóvil. Mientras la escasez de semiconductores sigue perturbando la fabricación de automóviles, en Europa la atención se centra en los efectos de la escasez de gas. Al tiempo que los gobiernos anuncian medidas de emergencia para reducir el uso industrial del gas, los fabricantes de automóviles de toda Europa redoblan sus esfuerzos para reducir el consumo de energía. Según ACEA y S&P Global
Mobility, estos vientos en contra provocarán pérdidas de producción en las fábricas europeas de más de un millón de unidades, desde el cuarto trimestre de 2022 hasta la totalidad de 2023.
Mientras muchas empresas tecnológicas albergan esperanzas para 2023, los fabricantes alemanes de automóviles tienen una visión más pesimista de la situación. Tanto Mercedes-Benz Group como Volkswagen han declarado recientemente que la escasez de chips continuará a lo largo de 2023, ya que se trata de un problema estructural que no puede resolverse rápidamente.

