En la última entrega del Libro, Cullen analiza las tendencias a largo plazo que inciden y condicionan el precio de la energía a nivel mundial. Así, afirma que aunque se considera que los mercados se rigen por el equilibrio entre la oferta y la demanda, esto sólo es cierto a medias en el mercado del petróleo, y aún menos en el del gas.
La razón de tal afirmación es que la logística es fundamental. Las reservas de petróleo y gas son inmensas. El yacimiento de South Pars, en las aguas entre Irán y Qatar, contiene probablemente reservas de gas equivalentes a la mitad de todas las reservas conocidas en el mundo, y sin embargo se trata de un yacimiento comparativamente nuevo cuya explotación apenas comienza. Incluso dejando a un lado los enormes problemas políticos, llevar el gas del yacimiento de Pars del Sur al mercado requeriría una infraestructura de gasoductos hacia los principales mercados, como India o Europa.
Ventajas del petróleo
El mercado del petróleo tiene ventaja en este caso, ya que se maneja y se traslada con facilidad y eficacia en camiones cisterna. Los oleoductos existen, pero no son tan importantes para el mercado como los gasoductos para el mercado del gas. El problema del gas es que para trasladarlo en buques cisterna hay que comprimirlo, actividad que consume la mitad de la energía de cualquier volumen de gas. En consecuencia, el mercado del petróleo es más dinámico y responde a la demanda a corto plazo. Otro factor determinante del precio del petróleo es el nivel de inversión en nuevas fuentes de petróleo y gas. El gasto en infraestructuras de exploración y producción es uno de los principales factores de coste en el sector del petróleo y el gas. También es un fuerte indicador de la producción futura. Y esa inversión en nuevos yacimientos de petróleo y gas ha disminuido mucho, lo que sugiere que la oferta de petróleo se verá limitada a corto y medio plazo.
Sin embargo, hay una importante salvedad en torno a esta propuesta, que por lo demás es creíble: la demanda de petróleo está cayendo. La Covid-19 provocó una caída de la demanda de productos petrolíferos, aunque el crecimiento subyacente ya era bajo, en porcentajes de un solo dígito. La baja inversión se debe a la percepción de que el panorama de la demanda a medio plazo no justifica mayores niveles de inversión.

