Sin embargo, también apunta que la progresiva descarbonización de la industria y el transporte, así como la digitalización de la cadena de suministro son, además, dos procesos confusos y difíciles de resolver y que juntos conducen a la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible.
El paquete legislativo Fit for 55 fija el objetivo climático de la UE en reducir las emisiones al 55% para 2035, por lo que los vehículos con motores de combustión dejarán de matricularse. El reloj corre y el avance hacia el objetivo es lento en las economías europeas.
Los directores de logística y los ejecutivos de las empresas tienen ante sí un nudo gordiano que desenredar. ¿El motivo? Las economías están en recesión, los volúmenes de suministro y la demanda de los consumidores están cayendo y, mientras tanto, hay que pensar en la digitalización de la gestión, lo que significa un gran coste. Sin embargo, hasta la mínima inversión, por ejemplo en un sistema de aviso de entrega o de organización del transporte, dan resultados rápidos y mesurables. A pesar de la ralentización de las economías europeas, el transporte seguirá siendo el motor del sistema y todo indica que los transportistas seguirán teniendo una demanda urgente. Todo dependerá, por supuesto, de la región y del Sector.
Se prevé que la producción de alimentos disminuya en Europa este año, lo que sin duda provocará un descenso de la demanda de servicios de cadena de frío, explica Viet Nguyen, analista de logística alimentaria de Rabobank Food & Agribusiness: «No se prevé un descenso de la oferta general, aunque en el caso del sector cárnico esto ya se está poniendo de manifiesto, ya que la cantidad de carne de cerdo exportada a China, por ejemplo, está disminuyendo. En el sector de los productos frescos es probable que la producción se mantenga estable en la mayoría de los países europeos».
¿Cargas a la baja? Más bien no
Sin embargo, tanto Nguyen como muchos otros analistas de la cadena de suministro ponen en duda la disponibilidad de espacio de carga. Aunque la demanda de capacidad está disminuyendo en todo el continente, todos los análisis indican que, a pesar de todo, no habrá escasez de trabajo para los transportistas y que es poco probable que bajen las tarifas de transporte. ¿A qué se deben estas predicciones?
Los transportistas están entre la espada y la pared en cuanto a su capacidad para seguir siendo rentables: están recortando márgenes, repercutiendo cuidadosamente algunos costes a los clientes, pero una reducción de las tarifas podría significar la quiebra para muchas empresas de transporte. Los costes, además, en 2023 serán mucho mayores.
Según ha calculado recientemente el Instituto Belga de Transporte por Carretera y Logística (ITLB), los costes del transporte internacional aumentarán una media del 12-13,5%, según el país, por el aumento de los salarios de los conductores, los precios de compra de vehículos, peajes y primas de seguros más elevados, etc. El análisis no incluye un coste clave, el precio del gasóleo. Esto se debe a que nadie puede predecir cómo se comportarán a largo plazo los productores de combustible y las bolsas mundiales tras el reciente embargo del suministro energético procedente de Rusia.

