Salvar la movilidad
El tráfico se ha convertido en la principal causa de la polución atmosférica en las ciudades, generando problemas de calidad del aire que provocan daños en la salud de las personas y un aumento de gasto en las partidas presupuestarias de sanidad debido a las partículas del gas tóxico de NO2.
De hecho, BBVA cuantifica el impacto económico de la contaminación del aire, cifrándolo en más de 1.200 euros por persona. 166.000 billones de euros al año, que equivale a 385 millones de euros por cada ciudad de la UE. Más de 300.000 personas murieron prematuramente por la exposición de estas partículas tóxicas en 2019 en la UE, añadiendo que, por desgracia, Madrid lidera las muertes de contaminación de Europa, según un estudio publicado en The Lancet Planetary Health ¿Se hubieran podido evitar? Sí. A más de la mitad, si todos los Estados miembros hubieran cumplido los valores de calidad del aire recomendado, como indica la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). En América Latina y el Caribe, cifras publicadas por la OMS en 2018 atribuyen más de 320.000 muertes al año por este problema.
Frenarlas y mejorar la calidad del aire compromete invertir los patrones. Esto supone modificar las prioridades y utilizar la pirámide de la movilidad que plantean desde el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE): peatones, ciclistas, transporte público, distribución urbana de mercancías, vehículos compartidos y, en última instancia, el vehículo particular, porque los recursos y el espacio público han favorecido históricamente a los vehículos de motor».

