Si nos fijamos en el rendimiento medioambiental de las tecnologías de propulsión, gracias a la introducción de normas de emisiones contaminantes cada vez más estrictas, las emisiones contaminantes de los autobuses han disminuido en los últimos años.
El análisis de las campañas de teledetección ha demostrado que los autobuses diésel que cumplen las normas de emisiones Euro VI producen un 80% menos de emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) y partículas (PM) que los autobuses que cumplen con las normas anteriores.
A pesar de estas mejoras, los autobuses diésel modernos siguen contribuyendo a la mala calidad del aire en muchos centros urbanos. Pruebas recientes contratadas por el ICCT muestran que los autobuses modernos Euro VI emiten cantidades sustanciales de contaminantes durante el funcionamiento urbano, ya que estas condiciones de baja velocidad quedan fuera del alcance de las normas Euro actuales.
Contra el gas natural
Las cadenas cinemáticas de gas natural han aumentado su penetración en el mercado de los autobuses urbanos en los últimos cinco años. En comparación con las tecnologías Euro V y las antiguas tecnologías diésel, los autobuses de gas natural ofrecieron en su día un mejor rendimiento en cuanto a emisiones de NOx y PM, lo que les valió una reputación de combustión limpia. Sin embargo, la introducción de las normas Euro VI, que establecen límites mucho más estrictos de NOx y PM para los motores diésel, condujo a un amplio despliegue de tecnologías de control de emisiones diésel que cerraron la brecha de rendimiento de las emisiones entre los dos trenes motrices.
Las pruebas de vehículos en el mundo real indican que el rango de emisiones de NOx de los motores pesados de gas natural y los motores diésel está estrechamente alineado, y que las cadenas cinemáticas de gas natural tienen emisiones de PM similares a las de los motores diésel equipados con filtros de partículas. Además, los gases de escape sin filtrar de los motores de gas natural contienen un número significativamente mayor de partículas muy pequeñas, consideradas el tipo más dañino debido a la facilidad con la que se depositan en el cuerpo humano, que los gases de escape filtrados de los motores diésel.
La retórica de que los motores de gas natural son más limpios que los diésel ya no es válida en el panorama tecnológico actual, y el gas natural no aporta ningún beneficio para la salud en comparación con los motores diésel actuales.

