La intención que se persigue es cuantificar el coste que tiene para el país dicho desarrollo, que además se compara con los datos de otros países de nuestro entorno. Y la cuenta sale bastante favorable para España.
Según el estudio, los costes de construcción de cada kilómetro de alta velocidad en España se sitúan en 17,7 millones de euros, cuando la media mundial es tres veces superior.
La comparativa de los costes de mantenimiento (92.800 euros/km anuales) y explotación (7.900 euros anuales por kilómetro) no son tan favorables, aunque se mantienen en los mismos niveles o por debajo de la media internacional.
Dos enfoques
Estas cifras arrojan una doble lectura: por un lado, que la eficiencia nacional es evidente, aunque conviene recordar que las fuentes son oficiales y, por tanto, pueden tener cierto sesgo.
Y, por otro, que las cantidades que se manejan son enormes en relación con las que se destinan a otras infraestructuras, como las carreteras.
Alternativa forzosa
Si España invirtiera una mínima parte de toda esta partida en carriles BusVAO, por ejemplo, la mejora del tráfico, de la congestión y de los tiempos de viaje sería tan notable, que la demanda crecería sin lugar a dudas. En una proporción que haría rentable tal inversión.
Pero parece que no van los tiros en esa dirección, y que tanto en España como en el conjunto de la Unión Europea, la preferencia es impulsar el ferrocarril (especialmente para transporte de mercancías) por considerarse un modo presuntamente más respetuoso con el entorno.
Convendría, en conclusión, analizar el ratio coste/beneficio de cada inversión, comparando entre modos a nivel nacional, para que el estudio estuviera completo. Pero igual es que no existe interés al respecto

