Esto genera alguna que otra confusión en los usuarios y bastantes problemas contables para los empresarios de las estaciones, que no saben cómo ni cuándo tendrán que tributar (si es que tienen que hacerlo) por esos descuentos. Y parece ser que nadie ha pensado en las personas que pagan en efectivo, con la complicación consiguiente para devolver en céntimos o en centilitros lo correspondiente. En definitiva, un follón.
Como nos contaba el director general de la CEEES hace unos días, se ha legislado sin pensar en quienes tienen que cumplir con esas normas, con un objetivo muy loable pero con una aplicación más que mejorable.
Incidencia en la inflación
Tampoco se le escapa a nadie que la inflación está rozando un crecimiento del 10%, lo que es insostenible. Pero quizá esa cifra no sea del todo correcta, puesto que dicho repunte es provocado por el precio del combustible en buena parte, el cual se basa en el precio que aparece en los postes, no en el se cobra realmente.
Por tanto, si en las declaraciones de precios se apuntara el real por litro, aplicados los descuentos estatales, quizá su incidencia sobre la inflación sería menor. No es cuestión de disfrazar la realidad: el coste de la vida está subiendo. Pero tampoco pasaría nada si los datos se ajustaran un poco más.
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