Quizá el ejemplo más claro de cómo un país puede utilizar las zonas francas para transformar su economía sea el de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), señala Manners-Bell. Junto con la inversión en infraestructuras de transporte, TIC, financieras y energéticas, la creación de 45 zonas francas ha ayudado al país a diversificarse y dejar de depender de los hidrocarburos para convertirse en un centro de comercio mundial de amplia base. En 2021, 60.600 empresas operaban en las zonas francas de los EAU.
Además del régimen arancelario preferencial, otra ventaja para los inversores internacionales ha sido que las empresas podían conservar el 100% de la propiedad extranjera mientras estuvieran radicadas en una de estas zonas, en lugar de requerir una empresa conjunta con una empresa emiratí si operan sobre el terreno.
Amplia repercusión
La zona franca más conocida es la de Jebel Ali (Jafza), que representa casi una cuarta parte de toda la inversión extranjera en el país. Los EAU pueden atender ahora a toda la región de Oriente Medio, así como a India, África y partes de Asia Central. Mediante la inversión y la política, ha creado un nuevo mercado que abastece a una región que, de otro modo, habría sido menos accesible a las cadenas de valor mundiales, estimulando así el crecimiento económico.

