Más allá de las inversiones que se están llevando a cabo, más enfocadas en biocombustibles actuales que futuros, también es interesante prestar atención a la competitividad de los costes de los combustibles con bajas emisiones de carbono, teniendo en cuenta que el principal factor que influye en los costes de producción de los e-combustibles son los costes de las energías renovables, que dependen en gran medida de los costes de la electrólisis. Se espera que estos costes se reduzcan sustancialmente de aquí a 2050 hasta que dejen de ser componentes dominantes de los costes. Otros factores que influyen en los costes son el estado de desarrollo de la tecnología, la tasa de utilización de las plantas de conversión, las economías de escala y la elección de la retroalimentación del carbono.
Poder utilizar el carbono capturado en los procesos industriales (por ejemplo, en los complejos de refinerías) suele ser mucho menos costoso que procesos como la captura directa en el aire, debido a los grandes volúmenes de producto disponibles en altas concentraciones a partir de los flujos de residuos. Los costes de la captura directa en aire por tonelada de CO2 son unas cinco veces superiores a los de la captura a partir de flujos de residuos.
Una comparación de los costes de capital de las nuevas plantas de e-combustibles con las nuevas plantas de HVO identifica que el Capex de la planta de e-combustibles se espera que sea cinco veces mayor que el de la planta de HVO. Sin embargo, cabe esperar que los costes disminuyan con el tiempo gracias a la madurez de la tecnología. Aunque las intensidades de Capex son muy diferentes, esto no lleva a la conclusión de que sea improbable que los proyectos más intensivos en Capex sigan adelante por dos razones: los costes de explotación no se citan aquí, y la disponibilidad de materias primas podría ser una limitación.
Intensidad energética de la producción de combustibles bajos en carbono
La intensidad energética de la producción de gasóleo sintético obtenido a partir de fuentes renovables es entre seis y siete veces superior a la del gasóleo convencional, mientras que la intensidad energética del metanol obtenido a partir de fuentes renovables es al menos dos veces superior a la de la síntesis de metanol convencional. A pesar de la mayor intensidad energética de la producción, las rutas de combustibles sintéticos ofrecen, no obstante, reducciones superiores al 90-95% en las emisiones de GEI aguas arriba en comparación con las rutas de producción convencionales. En la comparación se utilizaron valores de intensidad energética de pozo a tanque que tienen en cuenta las intensidades energéticas de los procesos de producción, excluyendo el contenido energético de la materia prima, es decir, utilizando el enfoque del Análisis Energético Neto (AEN).
En cuanto a la estrategia de las refinerías europeas, se han realizado importantes inversiones en combustibles alternativos, en gran parte relacionadas con sus carteras de refino existentes. Los biocombustibles avanzados han sido la vía más típica de diversificación, aprovechando la infraestructura existente de almacenamiento, procesamiento y logística de combustibles líquidos. El hidrógeno es más incipiente, pero es un ámbito en el que muchas de las empresas analizadas han realizado al menos una inversión inicial. Los anuncios realizados por estas empresas sobre la futura proporción de sus gastos de capital en energías renovables y bajas en carbono sugieren que su atención se centrará en gran parte o mayoritariamente en estas nuevas vías energéticas. Sin embargo, por el momento sigue dominando la cuota de producción de energía a partir de fuentes fósiles.

