Es interesante apuntar que, a juicio de los autores, se está avanzando en la mayoría de los indicadores analizados, aunque no tan rápido como sería necesario para un escenario de 1,5 ºC. Los legisladores de todo el mundo siguen gastando muy poco en transporte público, marcha a pie y bicicleta. Además, muchas de las políticas actuales de transporte y ordenación del territorio favorecen los desplazamientos en automóvil en detrimento de otros modos más asequibles y eficientes en el uso de los recursos, y la expansión urbana en detrimento de un desarrollo más compacto. A pesar de los claros avances en la dirección correcta, la compra de vehículos de emisiones cero sigue siendo más cara que la de sus homólogos impulsados por combustibles fósiles. Además, no hay infraestructuras suficientes para inspirar confianza en la capacidad de los vehículos eléctricos para llevar a la gente adonde necesita ir.
Por último, hay algunas opciones prometedoras para descarbonizar la aviación y el transporte marítimo, pero estas soluciones aún no han recibido suficiente apoyo político para llevarlas adecuadamente de la escala piloto y de demostración a la escala comercial. Afortunadamente, todos estos obstáculos pueden superarse mediante una acción concertada y coordinada de los gobiernos, los financiadores privados y los fabricantes y compradores del conjunto de vehículos de movilidad.
Aumentar el gasto en medios de transporte alternativos
En todo el mundo, los fondos públicos y privados destinados a infraestructuras de transporte se dedican principalmente a carreteras y autopistas, que atienden sobre todo a automóviles privados y camiones. Esto es especialmente cierto en los países de la OCDE. En Estados Unidos, por ejemplo, en el pasado reciente, el 80% de los dólares federales destinados al transporte han ido a parar al gasto en carreteras, mientras que menos del 20% se destina a modos activos (caminar, montar en bicicleta y sus variantes) y al transporte público.
Existe una relación entre la disponibilidad de infraestructuras y la cuota modal, lo que significa que, para que los modos alternativos de transporte se conviertan en una opción frente a los viajes en coche, es necesario que se produzca un cambio en la forma de gastar el dinero, tanto público como privado, a favor de las infraestructuras de modos con bajas emisiones de carbono, como el transporte público, los desplazamientos a pie y en bicicleta.
Algunas jurisdicciones han empezado a replantearse cómo interactúan sus ciudadanos con sus infraestructuras de transporte. Los países de Israel y Nueva Zelanda, los estados norteamericanos de California y Washington, y muchas ciudades han establecido objetivos de reducción de los desplazamientos en vehículo y normativas que exigen que los principales proyectos de desarrollo del transporte y del uso del suelo se diseñen para apoyar esos objetivos.
El país de Gales ha paralizado (al menos temporalmente) todos los proyectos de ampliación de autopistas como medida para lograr emisiones netas cero en 2050, e Irlanda ha destinado el 20% de su presupuesto de infraestructuras a los desplazamientos a pie y en bicicleta. A finales de 2019, los gobiernos de todo el mundo estaban invirtiendo 1,4 billones de dólares en proyectos de metro y tren ligero en desarrollo, dos tercios de los cuales se estaban gastando en Asia, seguida de Oriente Medio (10%), Europa (9,6%), América del Norte (8%), América Latina (3,6%) y África (3%).
Todo pasa por aumentar la inversión
Para lograr las reducciones necesarias en los desplazamientos en coche privado y mejorar al mismo tiempo la accesibilidad general, los gobiernos pueden aumentar su gasto tanto en infraestructuras como en transporte alternativo, como el transporte público, los desplazamientos a pie y en bicicleta, y también pueden adoptar políticas de gestión de la demanda de transporte combinadas con mejores prácticas de zonificación.
Además de reducir las emisiones, estas reformas también ayudan a alcanzar objetivos económicos y sociales al reducir los costes totales del transporte y mejorar la movilidad asequible. Otras medidas podrían incluir una tarificación más eficiente de las carreteras, los aparcamientos y los vehículos, de modo que los desplazamientos en automóvil dejen de estar infravalorados y subvencionados.

