Al respecto de los cambios en la demanda de transporte y reparto modal, los resultados muestran una variabilidad significativa a nivel de ciudad para la mayoría de las preguntas que componen la encuesta que, a su vez, da paso a este estudio, ya que la evolución de la pandemia, las medidas adoptadas y la reacción de la población difirieron considerablemente en toda la UE. Además, el perfil socioeconómico de cada ciudad afectó a la adopción de alternativas como el teletrabajo o las compras on line.
En cuanto a las opciones de movilidad, si bien la actividad global ha disminuido, el impacto a nivel modal es desigual. El uso del coche parece haber aumentado hasta niveles cercanos a los de antes de la pandemia, a costa sobre todo del transporte público. Los desplazamientos a pie y en bicicleta han aumentado su cuota, como consecuencia de que los usuarios mantienen la distancia social. Aunque la encuesta analizada aquí tuvo lugar en una fase mucho más tardía (junio de 2021), el cambio del transporte público al coche parece ser persistente. Las aplicaciones de movilidad como servicio (MaaS) también se han visto influidas negativamente por las fluctuaciones de la movilidad y la aversión al riesgo a largo plazo.
¿Problemas de supervivencia?
Aunque la bicicleta en general ha aumentado su cuota, hay un número considerable de encuestados que ahora consideran el coche como su modo preferido. Esta tendencia va acompañada de un aumento de la propiedad de automóviles, especialmente por parte de los encuestados más jóvenes, y refuerza la dependencia del automóvil a largo plazo. La tendencia más alarmante revelada por la encuesta es el bajo nivel de comodidad de los usuarios en cuanto al uso del transporte público. Combinado con la disminución general de la demanda de viajes, puede provocar graves riesgos de supervivencia para los sistemas de transporte público.
Tanto operadores como autoridades locales se dieron cuenta muy pronto de que la disminución de la demanda y de los ingresos podía amenazar la viabilidad financiera de los servicios de transporte público. En los Países Bajos, el carácter crítico de las perspectivas desencadenó un enfoque coordinado entre el Gobierno nacional y la mayoría de las partes interesadas regionales y locales. No obstante, las medidas resultantes se centraron en la concesión a corto plazo de ayudas estatales en forma de «tasa por disponibilidad», sin abordar los retos políticos a más largo plazo en lo que respecta al papel del transporte público. En Roma, las normas de distanciamiento social en el sistema de metro redujeron significativamente la capacidad y aumentaron las colas y los tiempos de espera. Como respuesta, se añadió oferta adicional para evitar tiempos de viaje excesivos. Estas medidas de apoyo ofrecen una solución temporal a una parte del problema, es decir, el mantenimiento del nivel de servicio incluso en un mercado en contracción. No abordan el otro reto principal que revelan nuestros resultados, es decir, la aversión al riesgo que puede alejar a los usuarios del transporte público o de otros modos que no pueden garantizar la distancia social.

