Andreas Cornet, Ruth Heuss, Patrick Schaufuss y Andreas Tschiesner han desarrollado un extenso artículo para la consultora McKinsey, en el que analizan los pasos necesarios para mantener dicha competitividad.
Los actores europeos están muy poco representados en la fabricación de baterías y en la computación de gama alta, así como en los semiconductores que impulsan la inteligencia artificial. Sólo un fabricante europeo se encuentra entre los 10 primeros en términos de capitalización de mercado para la fabricación de baterías, mientras que en semiconductores, Europa necesita cerrar la brecha de capacidad para que la próxima ola de computación ofrezca funcionalidades como ADAS.
El camino hacia la creación de un ecosistema de líderes tecnológicos consta de tres elementos. En primer lugar, Europa debería considerar la posibilidad de desarrollar un código normativo paneuropeo para las empresas de alto crecimiento, alineando las normas fiscales, los reglamentos, las normas laborales y los procesos burocráticos. En segundo lugar, para mantenerse a la vanguardia de la tecnología, la región necesitaría desarrollar conocimientos especializados y capacidades de innovación de productos. Los proveedores podrían aprovechar los nichos de especialización, como el refinado de baterías más sostenible. Por último, la industria europea necesitaría una red de baterías y semiconductores similar a la que sirve a la industria aeroespacial. Los operadores tradicionales europeos podrían formar asociaciones estratégicas con nuevos participantes e instituciones de investigación.
Un camino a seguir para los ADAS
Los sistemas avanzados de asistencia al conductor son cada vez más importantes. Se están convirtiendo en un elemento diferenciador clave para los compradores de vehículos: Según el estudio, el 51% de los consumidores de todo el mundo se plantearía cambiar a algún tipo de coche con ADAS en el futuro. Las presiones competitivas en torno a ADAS también se están intensificando. En 2022, Mercedes-Benz fue la primera empresa automovilística en introducir y certificar el nivel 3 de autonomía, el umbral a partir del cual los conductores pueden soltar las manos del volante.
Para seguir siendo competitiva, la industria europea podría tener que formar una alianza intersectorial. Los actores podrían colaborar en dos áreas principales. Primero, la diferenciación es insignificante y existen posibilidades de ahorro. Por ejemplo, la normalización de los protocolos de comunicación de los sensores, que simplificaría la integración de nuevos sensores. La estandarización del middleware (que se sitúa entre las tecnologías front-end y back-end) y de las capas del sistema operativo son otros enfoques.
La segunda área de colaboración es aquella en la que la escala y las grandes bases de datos podrían permitir un proceso de desarrollo más rápido y sólido para esfuerzos que incluyen las actualizaciones continuas de las capas de software en los mapas-actualizaciones como la creación de servicios basados en mapas y localización de alta definición. Un conjunto compartido de datos también podría utilizarse para el entrenamiento y la validación de la IA.
Un entorno normativo adecuado podría ser fundamental para hacer posible este tipo de colaboración intersectorial. Las partes interesadas del sector público podrían considerar la adaptación de las directrices existentes al contexto de la conducción autónoma. Estas actualizaciones podrían fomentar la investigación y la innovación precompetitivas en colaboración que avancen y aceleren el progreso tecnológico e impulsen la normalización.

