Así se refleja en el informe Perspectivas del Transporte ITF, que incluso apuesta por establecer plazos ambiciosos para esta transición, ya que «es fundamental dar prioridad a las políticas que interactúen y multipliquen los beneficios de las medidas para gestionar la demanda de transporte y promover el cambio hacia modos de transporte más limpios«.
La implementación acelerada de vehículos y combustibles limpios representa tres cuartas partes de la diferencia en la reducción de emisiones entre el escenario actual y el escenario de alta ambición. Sin embargo, «su éxito depende del apoyo político, la financiación y la colaboración intersectorial». Ya se están observando avances en muchos países en términos de vehículos menos contaminantes.
La transición ya está en marcha y algunos gobiernos regionales han asumido compromisos firmes. De hecho, «es posible que el mundo ya haya alcanzado su máximo número de vehículos de pasajeros con motor de combustión interna en la década de 2020», incluso bajo el escenario actual. Esta afirmación se basa en que varios mercados importantes se han propuesto vender sólo vehículos de emisiones cero para 2035 en el caso de los nuevos vehículos de pasajeros.
Hay que hacer más
En cualquier caso, esto no es suficiente para descarbonizar por completo el transporte por carretera. Es necesario que más gobiernos y tipos de vehículos sigan este ejemplo. En el escenario de alta ambición, se espera que todos los gobiernos alcancen el objetivo de vender solo vehículos nuevos con emisiones cero para 2050. A medida que la diferencia de precio entre los vehículos de emisiones cero y los de combustión interna se reduzca, será necesario implementar incentivos más específicos para lograr una transición equitativa.
La transición sostenible depende de muchos factores y de muchos agentes
Comprender las tasas de renovación de flotas y el comercio mundial de vehículos usados puede ayudar a los responsables políticos a identificar medidas provisionales para la descarbonización en diferentes contextos. Los gobiernos también pueden implementar políticas para promover la adopción de combustibles limpios, como biocombustibles, hidrógeno y electricidad renovable. Esto implica invertir en infraestructura de carga eléctrica, establecer estándares de eficiencia energética para los vehículos y fomentar la investigación y desarrollo de tecnologías limpias. Además, es importante considerar el impacto social y económico de esta transición.
A todo esto se debe sumar la implementación de medidas para garantizar una transición justa para los trabajadores y las comunidades que dependen de la industria automotriz tradicional. Esto puede incluir programas de adaptación laboral y apoyo financiero para la reconversión de fábricas. En resumen, es posible lograr un futuro en el que los vehículos y combustibles limpios sean comunes, pero esto requiere un compromiso político fuerte, financiación adecuada y colaboración entre diferentes sectores. La implementación acelerada de vehículos y combustibles limpios es fundamental para reducir las emisiones del transporte y alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.

