Los clientes adoptaron esta opción, y ahora ven penalizada su iniciativa sostenible
Y lo cierto es que la propuesta funcionó. El número de clientes (que son quienes, en definitiva, tienen la última palabra) que optaron por este tipo de propulsión fue en aumento. Bien por su propia conciencia ecológica, bien por la necesidad de adecuar su actividad a las exigencias normativas, especialmente municipales. Pero el caso es que el gas natural es una solución, hoy en día, para furgonetas, camiones y autobuses de todo tipo.
Subida inmediata
También es cierto que todos sabíamos que su precio no iba a estar siempre tan lejano al del diésel, y que esa diferencia se iría reduciendo. Lo que no esperábamos es que lo hiciera de golpe, tal y como estamos viendo en las últimas semanas.
En este escenario, las preguntas que cabe formularse son: ¿Qué hacemos con el gas? ¿Qué pueden hacer todas esas empresas con unos vehículos ecológicos, con los que ahora ya no les salen las cuentas? Y lo más importante, ¿por qué aquellos que apostaron por la sostenibilidad, ahora tienen que verse penalizados de tal forma?
Por favor, que responda quien corresponda, pero a la mayor brevedad. Porque la solución urge.

