Y también que, tarde o temprano, tendría que comenzar la paulatina convergencia hacia esas medias comunitarias. El problema es que podría empezar antes de lo previsto y sumarse a la actual escalada del precio del petróleo, que ayer mismo superó los 130 dólares/barril. Mala noticia sería que los empresarios tuvieran que hacer frente en sus cuentas de resultados a una considerable subida de impuestos y un precio récord del litro en los surtidores.
Y es que la semana pasada, la ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero, recibió de manos del Comité de Personas Expertas para la Reforma del Sistema Tributario, el Libro Blanco que recoge sus sugerencias en materia de fiscalidad, con el objetivo final de modernizar el sistema tributario español. Sus 800 páginas (no todas dedicadas al combustible, por supuesto) son el resultado de 10 meses de trabajo aunque, como rápidamente se apresuró a comunicar el Ministerio, sus conclusiones no son vinculantes. Es decir, que no tienen que aplicarse por obligación.
Pues menos mal
Pues menos mal, pensarán algunos, porque apuestan por un incremento de la presión impositiva sobre el diésel de casi un 30%. Por un lado, los expertos consideran necesaria la equiparación fiscal del diésel y la gasolina (malo para el diésel) y, por otro, se apuesta por una subida de más de cinco céntimos por litro para converger con Europa.
Es cierto que Hacienda ha manifestado, con rotundidad incluso, que no contempla ninguna subida fiscal a corto plazo. Pero no lo es menos que, tarde o temprano, con esta Administración o con otra, este hecho se producirá. Así lo reclama la Unión Europea. Por lo tanto, lo más probable es que se busque una coyuntura económica más favorable, que no está claro cuándo podría producirse, para afrontar una medida del todo impopular y que afecta a toda la población en su conjunto, aunque mucho más a los profesionales de la carretera.

