Más allá de que el acuerdo pueda ser más o menos satisfactorio (las primeras valoraciones de los implicados no iban todas en la misma dirección) y de que la Plataforma no esté involucrada, lo que descarta que la movilización llegue a su fin, el ambiente previo a la reunión no era el más propicio.
Durante el fin de semana se han sucedido las concentraciones de camiones y numerosas marchas lentas, que tuvieron continuidad ayer lunes, en gran cantidad de ciudades españolas. Y no estamos hablando de unos cuántos, como en un principio podía parecer.
Protesta creciente
La protesta va aumento de volumen, tanto en decibelios como en seguidores, y es momento de que la Administración se ponga manos a la obra. Por eso, las declaraciones de las ministras de Transporte y de Hacienda, vinculando a los transportistas con la ultraderecha, no parece que demuestren el mejor de los talantes para sentarse a negociar.
¿Qué necesidad hay de sacar rédito político de esta situación? Más allá de los actos llevados por los piquetes durante las primeras jornadas de huelga, ¿por qué hay que criminalizar a los que paran su actividad porque ya no pueden más? En vez de concretar medidas, como han hecho nuestros dos países vecinos, se recurre a la confrontación política para desviar el foco. Es la vieja fórmula de apagar el fuego con gasolina, a pesar de que la historia indica que no funciona. ¿Cambiará el discurso del Gobierno?

