Por eso, una buena solución es la búsqueda de cualquier tipo de ayuda que pueda contribuir a minimizar los efectos de la situación sobre las cuentas de resultados. Eso es lo que hizo la presidenta del Gobierno de las Islas Baleares, Francina Armengol, hace unos cuantos días: desplazarse a Bruselas para mantener una reunión con la comisaria de Transportes, Adina Valean.
El Gobierno balear ha defendido que las ayudas al transporte de mercancías en todas las islas de la Unión Europea, independientemente de que se consideren como una región ultraperiférica o unificada, no se considere que alteren la libre competencia de mercado entre los países de la UE, y que no queden sujetas al futuro reglamento de mínimos.
Competitividad
El objetivo de las ayudas al transporte de mercancías en las regiones insulares es compensar un déficit competitivo derivado de la discontinuidad territorial que caracteriza a la insularidad, teniendo en cuenta la importancia capital del transporte marítimo y aéreo a las islas, según declaró Armengol, aludiendo al artículo 174 del Tratado de Funcionamiento de la UE para defender una flexibilización de la regla europea de minimis para superar el límite de 200.000 euros en tres años a las empresas de las islas.
«Negociamos estas medidas para poder ayudar a las empresas de las Islas y que puedan ser igual de competitivas que las empresas de los territorios peninsulares», apuntó la presidenta.
Por su parte, Valean reconoció a las Islas Baleares su esfuerzo en materia de políticas y proyectos, como la planta de Lloseta, con la que se convierte en el primer territorio del sur de Europa en producir hidrógeno verde, o Ley de Cambio Climático y su apuesta por el transporte sostenible.

