Hace ya más de dos años, China revelaba al mundo la existencia de una afección pulmonar desconocida que estaba golpeando a la población de la ciudad de Wuhan. Lo sucedido tras el anuncio ya es historia. Sin embargo, la reciente explosión de casos causada por la variante Omicron ha provocado un nuevo parón en la normal actividad del Puerto de Shanghai, que amenaza la logística global.
El Puerto de Shanghái es uno de los centros neurálgicos del transporte marítimo mundial. Y, pese a la característica opacidad de las autoridades chinas, se estima que ha reducido drásticamente su actividad. Las colas de containers y transportistas se acumulan por tierra y mar debido a las restricciones impuestas por el PCCh en su estrategia Covid Zero.
Y es que la elevada edad de la población en algunas zonas del gigante asiático y la debilidad de su sistema sanitario ha llevado al Gobierno chino a endurecer las medidas. Ahora, las cuarentenas afectan no solo a positivos, sino también a contactos cercanos con resultados de tests negativos. También se han desarrollado grandes centros donde los contagiados deben superar la enfermedad.
Consecuencias
Todo lo anterior ha reducido la mano de obra disponible en Shanghái, con las correspondientes consecuencias para la actividad del puerto. Realmente, la magnitud del impacto sobre las cadenas de suministro es imprevisible, aunque algunos expertos advierten de posibles aumentos en las tensiones de las mismas, ralentización del flujo en las importaciones y crecimiento de la inflación.
Los especialistas del Bank of America preveían que el mayor impacto tendría lugar en el mes de abril, con una relajación de la situación para mediados de mayo. En cambio, algunas compañías como la naviera Maersk ya ha desviado algunas de sus rutas del puerto, y otras como Tesla o Volkswagen han decidido parar su actividad en la ciudad.

