Y buena falta que hacía. Como muestra, solo mencionar que hay algunos contratos que llevan más de una década vencidos, algo que contraviene cualquier legislación (y sentido común), por lo que era urgente la modificación del entramado nacional de transporte de larga distancia.
Sin entrar en los detalles, que tiempo habrá más adelante, conviene resaltar que otras Comunidades Autónomas, como Aragón o Madrid, también se han puesto manos a la obra. Y es aquí donde, quizá, estriba la clave de todo este movimiento: en la coordinación.
Si esa colaboración entre el Estado y las Autonomías no fluye, y cada una plantea un mapa diseñado según sus intereses particulares, estaremos ante una oportunidad perdida que, a tenor de lo sucedido en los últimos años, tardará mucho en volver a presentarse.
Escuchar y aportar
Es una oportunidad de oro para escuchar al viajero, analizar sus necesidades, pensar en cómo hacer el autobús más atractivo, mejorar las frecuencias y los tiempos de viajes y, además, hacer que el negocio sea rentable para todos. No es una utopía, sino un ambicioso objetivo al que, sin duda, el Sector está más que capacitado a hacer frente.
A nadie se le escapa la complejidad de la empresa. Pero una vez iniciado el proceso (por fin), pónganse todos manos a la obra, hombro con hombro. También el discrecional, que reclama la abolición de la exclusividad de los corredores y que, ahora, podría optar a tener éxito.
Porque si no se tienen en cuenta todas las sensibilidades, corremos el riesgo de entrar en otro periodo de confrontaciones judiciales, recursos e impugnaciones que no benefician absolutamente a nadie.
Que le sea útil. Es nuestro mayor interés.

