Pero el elevado coste de los autobuses eléctricos es una cuestión capital, que ralentiza esta transición en muchas ciudades. Por eso, se van conociendo distintas alternativas para tratar de abaratar dicho proceso.
Una de ellas es la elaborada por la compañía británica Kleanbus, que propone la transformación de autobuses diésel en eléctricos, eliminando el motor de combustión y sustituyéndolo por una cadena cinemática totalmente eléctrica, mediante una tecnología exclusiva que además es más asequible, indican desde esta empresa.
Joe Tighe, cofundador y director general de Kleanbus, apunta que su empresa «ofrece una forma rápida y eficiente de llegar a las cero emisiones, haciendo que los autobuses sean más limpios, más silenciosos, más cómodos y más valiosos para los operadores».
Kleanbus aprovecha los componentes más recientes y los combina con su propio software para que sea compatible con una amplia variedad de baterías y motores, creando cadenas cinemáticas eléctricas a la medida de las necesidades de los operadores.
Todo el proceso
Kleanbus realiza una evaluación completa del vehículo, ante de la retirada de su motor diésel y de todos los componentes ICE asociados, el escaneo y la creación de prototipos del interior del vehículo, el diseño de una plataforma a medida, la instalación de un nuevo e-drive, la construcción, el proceso completo de pruebas y la certificación final.
En pocas palabras, eliminamos el motor diésel y lo sustituimos por uno eléctrico. En realidad, se trata de un proceso complejo, diseñado a medida para cada modelo de vehículo, que tiene en cuenta los requisitos del motor, la transmisión, la dirección, los frenos, los sistemas eléctricos y otros sistemas auxiliares, e incluso la estética y la funcionalidad dentro de la cabina del conductor y la zona de pasajeros. El salpicadero (interfaz hombre-máquina) también se renueva con tecnología avanzada y moderna. Las modificaciones en el chasis y la carrocería del vehículo se reducen al mínimo, ya que cada adaptación está diseñada a propósito para adaptarse al antiguo espacio del motor diésel. Como opción, también se puede incluir una reforma interna y/o externa para modernizar el autobús, dando una nueva vida a autobuses de entre cinco y 10 años de antigüedad, concluyen desde la compañía.

