La inflación también está aumentando en muchos países, y en algunos se registran los niveles más altos en 40 años (Phillips 2022). Los efectos en cascada de la actual sucesión de crisis están afectando desproporcionadamente a las economías emergentes y los países en desarrollo, dados los limitados recursos para hacerles frente. En África Oriental, por ejemplo, la confluencia de sequías graves consecutivas, el aumento de los precios de los alimentos, las interrupciones en las importaciones de alimentos derivadas de la invasión de Rusia en Ucrania, y los conflictos regionales han provocado un incremento de la inseguridad alimentaria aguda (IGAD 2022).
Nunca hemos tenido más información sobre la gravedad de la emergencia climática y sus impactos en cascada, o sobre lo que hay que hacer para reducir estos riesgos que se intensifican. En el último año, el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y otros organismos científicos han trazado un camino cada vez más estrecho, pero aún alcanzable para lograr el límite de temperatura de 1,5 °C establecido en el Acuerdo de París.
Un camino estrecho, pero evidente
Y aunque hay múltiples vías para limitar el calentamiento global a 1,5 °C, todas comparten características comunes: por ejemplo, descarbonizar la electricidad, reducir y revertir la pérdida de bosques, turberas y humedales costeros de los bosques, el cambio a modos de transporte más sostenibles, la electrificación de los edificios y la industria, el uso más eficiente de la energía y la eliminación de la atmósfera del dióxido de carbono emitido anteriormente.
Todas las vías restantes para llegar a 1,5 °C también requieren una acción inmediata y ambiciosa: ni las personas ni el planeta pueden permitirse seguir retrasando la llegada de los gases de efecto invernadero. Incluso si los compromisos climáticos de 2030 se cumplen en su totalidad, los científicos estiman que nos enfrentaremos a un calentamiento de entre 2,4 °C y 2,8 °C para finales de siglo. Este futuro representa un mundo irreconocible de penurias en el que algunas regiones ya no son habitables, los campos agrícolas se secan o se inundan, mayores extensiones de bosques arden durante más tiempo, un número creciente de especies se enfrenta a la extinción, y la subida de los mares se traga las costas.
En este mundo, los impactos perpetúan la injusticia y la desigualdad, ya que quienes suelen tener menos recursos para adaptarse, es decir comunidades históricamente marginadas, son las que más sufren los costes de dichos impactos, indica el informe, aunque también que no tenemos por qué aceptar este futuro, y algunos responsables de la toma de decisiones están empezando a despertar.

