Y la energía es la principal culpable. Del mismo modo que su repunte hizo dispararse los precios antes del verano, ahora su contención, en parte debido al tope del gas, también se hace notar. Las ayudas a los títulos de transporte y la prórroga de la bonificación al combustible también tienen su parte de responsabilidad, positiva en este caso.
No perder el foco
En cualquier caso, esto no debería hacer que desviemos el foco de la realidad. Es cierto que la inflación en España está tres puntos por debajo de la media europea al finalizar octubre, pero también lo es que unos porcentajes tan elevados son difícilmente sostenibles en el tiempo.
El músculo financiero de muchas empresas va menguando, como es lógico, y el problema es que la solución al conflicto geopolítico en Ucrania (principal, que no único causante de toda esta situación) no se atisba cercana.
Mientras tanto, los precios seguirán subiendo, moderadamente o de forma más notoria. Los de todos los productos, comenzando por las materias primas. Y eso afectará a todos los bolsillos, sin excepción, así como a la capacidad de inversión de los empresarios. Así que el panorama, aunque parece mejorar, aún no es del todo favorable.

