Esta evolución es debida, principalmente, a la bajada de los precios de los carburantes, que subieron en noviembre de 2021 y de la electricidad, con un descenso mayor que el del año pasado. También influye, aunque en menor medida, el aumento de los precios de la nueva temporada del vestido y calzado, más moderado que en 2021. La tasa de variación anual estimada de la inflación subyacente (índice general sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) aumenta una décima, hasta el 6,3%.
Y la energía vuelve a ser la principal culpable. Del mismo modo que su repunte hizo dispararse los precios antes del verano, ahora su contención comparada con noviembre de 2021, en parte debido al tope del gas, también se hace notar. La tasa de variación anual estimada de la inflación subyacente (índice general sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) aumenta una décima, hasta el 6,3%.
En el mes de noviembre, la tasa de variación anual estimada del IPCA se sitúa en el 6,6%, siete décimas inferior a la registrada el mes anterior. Por su parte, la variación mensual estimada del IPCA es del -0,5%.
No perder el foco
En cualquier caso, esto no debería hacer que desviemos el foco de la realidad. Es cierto que la inflación en España está bastante por debajo de la media europea al finalizar noviembre, pero también lo es que unos porcentajes tan elevados son difícilmente sostenibles en el tiempo.
Ante la llegada de la campaña de Navidad, que suele conllevar un incremento del consumo y, en ocasiones, una presión sobre los precios, se atisba una posible subida de la inflación, aunque las previsiones tanto del Gobierno como de las autoridades europeas no son coincidentes en su porcentaje.

