Por eso, la ONG se ha planteado una pregunta para la reflexión: ¿Qué papel desempeñarán las refinerías en la necesaria transición hacia la descarbonización?
Y precisamente este es el título de un ambicioso estudio que T&E encargó a la consultora Ricardo, a mediados del año pasado. En sus conclusiones, se apunta que a consecuencia del inicio de los cambios de transformación fomentados por la política, así como de los efectos de la pandemia de Covid, la demanda de productos refinados está cambiando, y la de combustible para el transporte por carretera está disminuyendo principalmente debido a la electrificación, así como a las mejoras en la eficiencia de los vehículos. Una de las previsiones sobre la electrificación del parque automovilístico es que el parque de vehículos eléctricos se multiplique por 10-20 de aquí a 2030. Sin embargo, no toda la demanda está disminuyendo: está aumentando la demanda de materias primas químicas, lo que fomenta la conversión de las refinerías al refinado petroquímico integrado.

En este sentido, la capacidad de las refinerías debe adaptarse a este cambio de la demanda. Esto ya ha ocurrido mediante la racionalización (cierres): alrededor del 13% de la capacidad de refinado en Europa cerró en la última década, dejando una capacidad actual de unos 13,6 millones de barriles diarios. Según las previsiones de Argus, la demanda de combustible de carretera disminuirá un 31% entre 2021 y 2035. Si la caída de la demanda fuera más acusada (se ha barajado la hipótesis de un descenso del 56%), se calcula que el 43% de la capacidad de refino restante cerraría (o se reconvertiría).
Transición a combustibles bajos en carbono
Pero no se trata sólo de cierres para hacer frente al cambio en la demanda. Se han iniciado muchas inversiones en combustibles bajos en carbono. Esto incluye la reconversión a la biorefinería, así como plantas dedicadas al hidrógeno verde y a los combustibles sintéticos, según el estudio, que prevé que la producción de biocombustibles en Europa se duplique con creces entre 2020 y 2025, hasta alcanzar aproximadamente el 2,6% de la producción de combustibles fósiles para carreteras, con ejemplos de refinerías reconvertidas en biorrefinerías. En cuanto a los proyectos de hidrógeno verde (que puede utilizarse para combustibles sintéticos o directamente como combustible para el transporte o dentro de los procesos de refinería), unas 30 refinerías europeas tienen previsto implantar capacidad de hidrógeno verde en sus instalaciones existentes.
A estas 30 se añaden otras casi 30 inversiones en nuevas instalaciones para nuevos procesos de producción de biocombustibles avanzados y combustibles electrónicos en Europa. Estos proyectos podrían producir hasta 9,3 millones de toneladas anuales de combustibles líquidos bajos en carbono para 2030.
Tecnología y emplazamientos
En términos más generales, el informe presenta una visión general de los combustibles con bajas emisiones de carbono más relevantes y de los puntos de entrada disponibles para las materias primas no fósiles en una refinería convencional para la producción de combustibles con bajas emisiones de carbono. Existen diferentes opciones para el procesamiento de materias primas no fósiles, incluidas las plantas dedicadas, el co-procesamiento y la conversión en refinería. En conjunto, no existe una preferencia general clara por la inversión en plantas especializadas, plantas de coprocesamiento o reconversiones de refinerías para la producción de combustibles con bajas emisiones de carbono, ya que las ventajas relativas difieren en cada caso debido a una serie de factores que influyen.
Sin embargo, entre las consideraciones relativas a los costes de capital, figuran el reparto de los activos de conversión, la disponibilidad de instalaciones de almacenamiento para los productos, las inversiones necesarias en los servicios públicos de las plantas y la infraestructura disponible para el transporte del combustible. Aunque muchas de estas consideraciones apuntan hacia el uso de los activos de las refinerías existentes (es decir, la conversión), algunos de los posibles inconvenientes de este enfoque incluyen el espacio disponible y los acuerdos de permisos.
En el caso concreto de los e-combustibles (producidos a partir de hidrógeno verde y CO2), se espera que las materias primas para estos combustibles se obtengan principalmente de nuevas plantas. En este contexto, la reutilización de refinerías de petróleo clausuradas para la producción sostenible de e-combustibles puede presentar ventajas. Las sinergias son de naturaleza económica, con ventajas como la propiedad de los terrenos, el acceso a la mano de obra, la oportunidad de compartir o reutilizar los activos de almacenamiento y manipulación de combustibles y los servicios públicos, y la reutilización de los residuos de los procesos convencionales como materias primas para los procesos de producción de combustibles con bajas emisiones de carbono. Por otro lado, otros factores, como las cadenas de suministro de materias primas, pueden beneficiar a ubicaciones alternativas para plantas dedicadas.
El elemento crítico para desatascar la producción de e-combustibles es la inversión inicial en estos nuevos procesos, concluye esta parte del estudio.

