Uno de sus capítulos incide en el estudio de los servicios impulsados por tecnologías autónomas en zonas con escasa disponibilidad de transporte público.
Comenzando por la definición de un vehículo conectado y autónomo (VAC). Se identifica como un vehículo que puede conducirse a sí mismo con supervisión limitada o nula de operadores humanos, utilizando sensores avanzados, tecnologías de aprendizaje automático e instrucciones preprogramadas. La tecnología permite comunicaciones de vehículo a vehículo (V2V) o de vehículo a infraestructura (V2I), lo que puede ayudar a gestionar el tráfico de manera más eficiente mediante el desvío de vehículos, un mejor rendimiento de la red, la utilización de carreteras y aparcamientos, etc.
Tras un repaso por los cinco niveles de conducción autónoma existentes, ya conocidos por todos, se apunta que aunque los CAVs se están probando en varios lugares de todo el mundo, no se espera que las regulaciones necesarias, como permitir la prueba de un vehículo en las carreteras sin la presencia de un conductor, vehículos totalmente autónomos capaces de conducir por sí mismos en todas las condiciones de tráfico en medio de peatones y tráfico no autónomo, estén en vigor hasta 2025.

Por otro lado, existen diferentes tipos de CAVs disponibles en el mercado para el transporte de pasajeros que se construyen para servir a diferentes propósitos y que actualmente se están probando en todo el mundo, incluyendo:
– Lanzaderas y autobuses autónomos para uso compartido;
– Coches y taxis autónomos para el transporte personal;
– Movilidad aérea autónoma.
Centrándonos en la primera categoría, se corrobora que actualmente se utiliza en carretera para complementar principalmente los servicios de transporte público, por ejemplo, los autobuses de ruta fija.
Beneficios
Se espera que los beneficios de los vehículos conectados y autónomos sean importantes, especialmente en algunos aspectos como la reducción de los accidentes de tráfico (una media del 95% de los accidentes se producen debido a errores humanos en toda Europa, según un documento del Parlamento Europeo de 2021), la reducción del tiempo de viaje (mediante la optimización de rutas) y la reducción de las emisiones del transporte (ya que la mayoría de los vehículos conectados y autónomos utilizarán cadenas cinemáticas eléctricas).
Además, esta tecnología tiene el potencial de abordar algunos de los principales retos actuales y futuros en materia de equidad e inclusión en el transporte en relación con algunos grupos de usuarios, aunque quizás no todos, como por ejemplo:
– Proporcionar una alternativa a los viajes en coche: se espera que los vehículos conectados y autónomos se desplieguen inicialmente como servicios de transporte a la demanda, ya sea como taxis compartidos o lanzaderas y autobuses. Estos servicios pueden ayudar especialmente a reducir las deficiencias en los servicios de transporte público de ruta fija que existen en las zonas suburbanas o rurales debido a la menor demanda y/o mejorar la conectividad de primera y última milla para los grupos sin acceso a coches privados, incluidos los jóvenes, las personas mayores o las personas pertenecientes a grupos de bajos ingresos;
– Apoyar la prestación de una experiencia de viaje personalizada: se espera que los vehículos conectados y autónomos proporcionen servicios de transporte puerta a puerta que puedan mejorar la accesibilidad al transporte para los grupos de usuarios que tienen necesidades especiales, incluidas las personas mayores o las PMR; y
– Reducir el coste de los desplazamientos en comparación con los taxis: según un estudio comparativo de Arthur D Little, se espera que los vehículos conectados y autónomos reduzcan los costes por pasajero y kilómetro entre un 45% y un 82% en comparación con los taxis, debido principalmente al abaratamiento de los costes de los vehículos y de los costes operativos (gracias a una mayor dependencia del modelo de transporte compartido similar a Uber, pero sin los costes de un conductor de Uber).
Posibles problemas con los vehículos conectados y autónomos
Una de las principales preocupaciones acerca de la adopción a gran escala de vehículos conectados y autónomos gira en torno a la seguridad, tanto de los usuarios de vehículos conectados y autónomos como de otros usuarios de la carretera, por ejemplo, peatones, ciclistas, etc. Además de eso, el despliegue de vehículos conectados y autónomos en las vías públicas podría causar algunos problemas específicos que podrían excluirlos del acceso a estos servicios.
Otras preocupaciones incluyen el hecho revelado por una encuesta de que los propietarios de coches de conducción autónoma esperarían utilizar sus vehículos privados individuales significativamente más a menudo una vez que las funciones autónomas estuvieran disponibles, añadiendo así tráfico a las calles y disminuyendo la calidad de la movilidad de los usuarios que necesitan depender de los coches para sus necesidades (incluyendo algunas PMR, por ejemplo).
Otros posibles problemas incluyen la dependencia excesiva de la tecnología: es probable que la mayoría de los servicios conectados y autónomos sean taxis a la demanda o servicios de transporte accesibles a través de una aplicación o un sitio web de reservas. Esto puede excluir a los grupos con escasos conocimientos informáticos y con acceso limitado a Internet. Además, un usuario de silla de ruedas que acceda a aceras o carreteras, por ejemplo, podría estar más preocupado por la seguridad de tener vehículos automatizados en las carreteras sin ninguna supervisión humana.

