La quiebra de dos bancos estadounidenses hace una semana, especialmente el Silicon Valley Bank, que ha tenido que ser rescatado por el Gobierno de aquel país, generó un efecto dominó en el resto del planeta, como es normal. Todo el mundo tiene presente lo que sucedió en 2007 y dónde se inició el problema.
¿Estamos ante una nueva crisis financiera como aquella? Los expertos y los responsables políticos se apresuraron a confirmar que no, que no había tantos paralelismos con aquella situación. Pero el caso es que los hechos contradicen estas posiciones.
Más madera
Porque las cotizaciones en Bolsa de las entidades bancarias han comenzado a descender, a un ritmo poco recomendable para sus inversores, y a esto se añade que algunos bancos europeos también han reclamado ayuda urgente. Cuatro en concreto (al menos, en el momento de redactar este artículo), con especial importancia en el caso del Credit Suisse, que podría necesitar un rescate por encima de los 50.000 millones de euros.
Y esos rescates suelen ser a fondo perdido, como hemos comprobado hace no tanto.
Petróleo y euribor
Los cimientos económicos internacionales se están tambaleando. Como muestra, el precio del petróleo ha caído 10 dólares en apenas dos días, y es un indicador más que fiable de la tendencia, porque suele reaccionar casi de inmediato a escenarios como el que nos encontramos. Incluso el Euribor ha frenado su escalada, lo cual no es un dato menor.
Ya se intuía que el año iba a ser complicado (a nivel doméstico, la devolución de los ICO solicitados en pandemia está suponiendo un quebradero de cabeza para muchas empresas), pero no se contaba con que el soporte financiero hiciera aguas a ambos lados del Atlántico. Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos, pero convendría ir aplicando planes de contingencia, en la medida de las posibilidades de cada uno, por si acaso.

