Pero hay más, como el caso de Bogotá, que con la idea de mejorar el estado de sus calles y sus barrios, ha optado por ir eliminando espacio a los coches para dárselo a los peatones, creando áreas en las que se fomente el encuentro entre los vecinos y facilite el uso de medios de transporte sostenible. Con estas iniciativas, el Gobierno de la capital colombiana espera mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y dinamizar el sector comercial y cultural de sus barrios.
Otras latitudes
Melbourne, por su parte, se alinea con el ejemplo de Portland y apuesta por vecindarios de 20 minutos. Aunque, técnicamente, podríamos estar hablando de 10 minutos, ya que su planteamiento se basa en que los vecinos solo tengan que desplazarse 20 minutos a pie o en bicicleta teniendo en cuenta tanto la ida como el regreso a su hogar. El consistorio de la ciudad australiana tiene proyectos piloto en marcha desde 2018, comprobando diferentes contextos e identificando las prácticas más beneficiosas.

Por último, no podía faltar algún ejemplo asiático. De acuerdo con el C40 Cities Climate Leadership Group, algunas ciudades de China como Shanghái y Guangzhou han incluido proyectos para fomentar la proximidad en sus planes urbanísticos. En el caso de la primera, busca crear pequeñas ciudades satélite a sus afueras, en las que sus habitantes puedan tener todos los servicios que necesitan a 15 minutos andando del centro peatonal y, además, contar con conexiones a otros centros urbanos con transporte público.
Para concluir el artículo, BBVA afirma que otros destinos, como Pontevedra, Buenos Aires, Busan o Milán, han apostado por crear urbes de proximidad, en las que los desplazamientos se cuentan por minutos. El concepto se ha extendido también a otras como Barranquilla (Colombia), en la que los vecinos pueden contar con los dedos de la mano los minutos que tardan en llegar andando al parque más cercano.

