Para ello, parece claro que la integración y la interacción de la planificación pueden influir en el uso del transporte privado y, por tanto, las emisiones de GEI, en el desarrollo de las normas existentes y planificadas. La forma urbana de una ciudad tiene un efecto directo sobre qué medidas serían más eficaces para lograr neutralidad climática.
La concentración de una ciudad y la población influyen en el potencial para el desarrollo de una red de transporte público sostenible y también para el cambio a modos activos, como caminar o ir en bicicleta. La futura planificación del desarrollo urbano teniendo en cuenta las necesidades de transporte público puede garantizar que las soluciones de transporte masivo tengan la masa crítica necesaria para ofrecer una alternativa al uso del coche.
Mejorar la accesibilidad a pie y proporcionar carriles bici seguros y segregados pueden fomentar el transporte activo. Es importante diseñar políticas de descarbonización que sean coherentes con las diversas tipologías de ciudades.
Las autoridades locales deben ser conscientes de los desplazamientos diarios cada día desde zonas residenciales situadas fuera de los límites administrativos para coordinar las medidas de descarbonización con las localidades circundantes y proponer medios de desplazamiento alternativos, a la vez que trabajan con los empresarios para incentivar nuevos comportamientos. En este sentido, los diferentes modelos empresariales que reduzcan el número de desplazamientos en un periodo de referencia (por ejemplo, teletrabajar un determinado número de días a la semana y/o al año) también desempeñarían un papel importante.
Cuestiones a tener en cuenta
Política/normativa.- Ilustra los tipos de acciones políticas decisivas, como límites de velocidad, regulación del acceso de vehículos centrada en la política de aparcamiento, etc. Las medidas legislativas, como la constitución de Zonas de Emisión Cero, pueden limitar drásticamente el acceso de vehículos de combustión interna a las zonas urbanas y fomentar el cambio de combustible fósil por un vehículo eléctrico.
Educación/construcción de capacidades.- Incluye todas las campañas de información y concienciación, así como otros programas que promueven cambios en los comportamientos de movilidad.
Financiera/fiscal.- Incluye medidas como la tarificación para evitar la congestión, precios de aparcamiento, sistemas de apoyo, etc.
Servicios de movilidad, incluidos los multimodales.- Para el transporte urbano de mercancías, existen opciones ecológicas de reparto en la última milla, incluida la distribución en furgonetas eléctricas o bicicletas de carga.
Las nuevas tecnologías o modelos de negocio para la movilidad urbana también pueden ayudar a desplazar la demanda hacia opciones con una menor huella de carbono, como las aplicaciones que permiten el uso compartido de bicicletas, coches eléctricos o ciclomotores eléctricos, reduciendo así la necesidad de tener un coche en propiedad.
Los activos móviles incluyen vehículos de transporte público, servicios, flotas cautivas (taxi, Uber, etc), vehículos automatizados, la micromovilidad y el transporte de mercancías. Para el transporte público, una transición hacia autobuses y trenes urbanos totalmente neutros en carbono (mejorando al mismo tiempo la calidad del servicio) podría ofrecer una alternativa a los turismos, contribuyendo al tiempo a la reducción de las emisiones de CO2.
Las inversiones en infraestructuras de transporte público deberían dirigirse a todos los tipos de sistemas de transporte público convencionales, inteligentes, carriles para autobuses y bicicletas, opciones de recarga eléctrica y de H2, etc.

