La ‘culpa’ la tiene el trámite parlamentario en el que se encuentra inmersa la Ley de Movilidad Sostenible, una norma esencial para el futuro del Sector. Este proceso en la Cámara Baja ha recibido ya las enmiendas de la mayoría de los partidos políticos con representación en el arco.
Y, según lo previsto, las posiciones no son coincidentes (sería una novedad hablando de política). Desde la liberalización total, como indica Ciudadanos, hasta el mantenimiento del actual régimen concesional, como defiende Unidas Podemos, el abanico es muy variado, aunque la mayoría de propuestas aboga por un sistema mixto (en mayor o menor porcentaje) y flexible.
Ahora, ¿o nunca?
¿Es el mejor momento para abordar esta cuestión? Es posible que no, debido a que ni los partidos han mostrado su total predisposición para ello, aludiendo a que «el momento político» no lo permite (algo que hemos criticado en el pasado: la sociedad no puede esperar a que las motivaciones políticas accedan a resolver sus problemas). Aun así, ¿hay que ponerse manos a la obra? Por supuesto. Una oportunidad como ésta no se presenta todos los días, ni todos los años, ni siquiera todas las décadas.
La Ley de Movilidad Sostenible es programática y de amplio espectro. No debe ir al fondo de la cuestión, pero tampoco puede pasar de puntillas. Ha de sentar las bases para un posterior desarrollo reglamentario, pero si dichas bases no son sólidas.

