Y tampoco hay debate acerca de que el autobús es, siempre, la alternativa utilizada para garantizar la movilidad de las personas que se puedan ver afectadas por el periodo de obras.
El cierre casi completo de la Línea 1 de Metro de Madrid a partir del día 24 y durante varias semanas (el anuncio oficial, por cierto, ha llegado justo después de las Elecciones, aunque ya se sabía con antelación), es el último ejemplo. Se da la circunstancia de que dicha línea pasa por la Estación de Atocha (es la única que lo hace en la capital), por lo que su paralización es un gran problema para la movilidad de miles de personas en Madrid, que ya no tendrán el Metro a su disposición cuando abandonen el Cercanías o los trenes de larga distancia que llegan a dicha estación.
Gran masa de población afectada
Pero a esto se suma que la Línea 1 es la que conecta una de las zonas más pobladas de la ciudad, el distrito de Vallecas, con el centro urbano. Por tanto, la EMT de Madrid tiene ante sí un reto mayúsculo, que en otras ocasiones no ha podido solventar en su totalidad (porque, tal vez, sea imposible).
Por tanto, el autobús, tantas veces denostado y ninguneado en comparación con el resto de opciones de movilidad urbana, vuelve a llegar al rescate de la población, para paliar los problemas que pueden surgir en otros modos.
¿Por qué no se piensa en el bus con tanta celeridad a la hora de hacerle la vida un poco más fácil?

