Como se apunta en una primera aproximación al trabajo, la industria del automóvil es la joya de la economía europea. Durante décadas, ha contribuido de forma importante al crecimiento económico, la innovación y la prosperidad de Europa, representando casi el 7% del PIB de la región y siendo responsable directa o indirectamente del empleo de casi 14 millones de personas.
Se avecinan cambios
Sin embargo, el statu quo está en entredicho y el sector se enfrenta a enormes transformaciones en curso, como el paso de los motores de combustión interna a las cadenas electrificadas y el cambio de enfoque del hardware a la diferenciación a través del software. Esta dinámica ha permitido a los nuevos competidores europeos y extranjeros (especialmente en China, el mayor mercado automovilístico del mundo) perturbar el mercado y ganar cuota de mercado. En 2022, China superó por primera vez a Alemania en exportaciones de vehículos ligeros, con unos 3,0 millones de vehículos exportados, frente a los 2,6 millones de Alemania.
A todo ello es necesario añadir un entorno macroeconómico difícil en Europa, que incluye el aumento de los costes energéticos, la inflación y las tensiones geopolíticas. Todos estos factores han afectado enormemente a la industria automovilística europea y dificultan la transformación del sector. Un futuro próspero para la industria europea del automóvil dependerá, por tanto, de lo bien y rápido que responda y de cómo las partes interesadas europeas puedan dar forma a las condiciones necesarias para el éxito futuro. La necesidad de actuar es urgente.

