El proteccionismo es otro de los términos que se airean. Se considera que la expresión tiene connotaciones negativas, la mayoría de las veces relacionadas con las barreras comerciales destructoras de valor que causaron la Gran Depresión de los años 30 y que los sucesivos gobiernos y organizaciones intergubernamentales se esforzaron por eliminar en la posguerra. En los últimos años, sin embargo, las barreras comerciales han vuelto a aparecer, sobre todo a partir de la crisis de Covid.
La diferencia es que, según nos quieren hacer creer los políticos, estas nuevas barreras al comercio pueden justificarse con el argumento de que protegen las sociedades y el medio ambiente, no los intereses empresariales. Si esto es cierto o no, es una cuestión discutible. Pero el término precaucionismo ha sido ideado para describir este nuevo régimen en un intento de transmitir una dimensión positiva de política pública.
Pascal Lamy, antiguo director general de la OMC, utilizó como ejemplo en una entrevista en France24 el Mecanismo Europeo de Ajuste Transfronterizo, de próxima aplicación. En su opinión, la medida, que introduce un gravamen sobre las importaciones de bienes fabricados en mercados con normas medioambientales menos estrictas que las de la UE, puede justificarse por el resultado beneficioso para las personas y el medio ambiente en términos de reducción de las emisiones de carbono. Y ello a pesar de que la tasa es lo mismo, a todos los efectos, que un arancel o un impuesto.
¿Es tan importante?
¿Realmente importa qué términos se utilicen para describir el nuevo paradigma de la cadena de suministro? La respuesta es sí. Tras años de imperativos económicos y comerciales que impulsaban las estrategias de las empresas (deslocalización para reducir costes laborales, inventarios bajos…), el desarrollo de las cadenas de suministro internacionales se ve ahora más influido por la política y la ideología.
Por un lado, los políticos necesitan demostrar que están escuchando las preocupaciones de sus electores, creando crecimiento económico y puestos de trabajo locales al tiempo que mitigan una serie de riesgos. Por otro, no quieren agravar las relaciones con sus socios comerciales (sobre todo con China), lo que tendría consecuencias para los negocios y la diplomacia internacional. Para cuadrar este círculo, los políticos están elaborando un nuevo vocabulario que puede considerarse, según el punto de vista, una forma de navegar entre intereses geopolíticos difíciles o un intento de ofuscar cuestiones políticas importantes.

