Hablábamos hace unos días sobre la conveniencia, o no de implantar un sistema CCF (factor de corrección de carbono) en relación con las emisiones de CO2. Y el estudio cuantifica la pérdida de ahorro de CO2 que supondría.
Un considerando de las normas de CO2 para turismos y furgonetas de la UE exige que la Comisión Europea cree una nueva categoría de vehículos que funcionen exclusivamente con los denominados combustibles neutros en emisiones de CO2.
Esta opción de incorporar combustibles a las normas de CO2 requeriría que el vehículo funcionara únicamente con combustibles alternativos. Un acto delegado, previsto para 2023, explicaría cómo el uso de estos combustibles alternativos en estos vehículos podría contabilizarse como reducción de las emisiones de CO2 con arreglo a las normas de CO2 para turismos y furgonetas.
La homologación
De los tres mecanismos posibles, la homologación es el único en el que el vehículo funcionaría estrictamente con combustibles alternativos durante toda su vida útil. Sin embargo, para que un sistema de homologación surta el efecto deseado, sería fundamental que los responsables políticos restringieran la elegibilidad únicamente a los combustibles con las emisiones de GEI más bajas. Muchos tipos de combustibles que pueden acogerse a la RED III no son totalmente neutros en CO2, ni siquiera bajos en GEI: algunos biocombustibles basados en alimentos y piensos plantean riesgos adicionales para la sostenibilidad y podrían tener un ciclo de vida con emisiones incluso más elevadas que los combustibles fósiles convencionales.
En la figura adjunta se ilustran las emisiones de GEI del ciclo de vida (gCO2e/MJ) del aceite vegetal hidroprocesado (HVO), incluidas las emisiones indirectas derivadas del cambio en el uso de la tierra, según un informe financiado por la Comisión Europea, en comparación con el combustible fósil de la RED.

