Y es lo que marca la tendencia en todo el planeta, por lo que conviene no remar en su contra.
Sin embargo, el reparto modal debería estar siempre claro. Porque la base de este ecosistema de movilidad, término de nuevo cuño que va ganando adeptos a gran velocidad, es y seguirá siendo el autobús.
Por poner un ejemplo, hemos conocido recientemente un estudio elaborado por la consultora Oliver Wyman, en el que se espera que las VTCs, el alquiler de patinetes y bicicletas eléctricas y el uso compartido de vehículos alcance un porcentaje de la movilidad compartida del 7% en 2030 (frente al 3% actual).
Porcentaje minoritario
El estudio El impacto global de la movilidad compartida refleja, sin duda, un crecimiento muy importante, pero que en cualquier caso quedará muy lejos de la participación de los autobuses urbanos en los modelos de movilidad de las ciudades.
Es una aportación relevante y que contribuye a esa lucha común por evitar la circulación con vehículos privados. Pero es minoritaria, y como tal se debe evaluar. No es de recibo que se impulse con inversiones desproporcionadas en relación con las líneas de autobús, que son las que realmente soportan todo el entramado de movilidad de una gran ciudad. Integrar y complementar, por supuesto. Sustituir, difícilmente.

