Parece mentira que tengamos que asimilar tal afirmación, pero es la realidad. Casi una semana. Camiones parados, conductores que no pueden volver a sus casas, cargas destrozadas o que llegarán tarde a su destino (las perecederas, ya saben lo que pasa con ellas)
Y todo ello agravado por dos cuestiones fundamentales: la connivencia de la Gendarmerie, que hace la vista gorda y mira sin actuar ante tamaños atropellos contra la seguridad de las personas y la libertad de circulación por la UE; y la exasperante pasividad de las autoridades.
Porque las galas, aunque muy lentamente, van aprobando algunos decretos que, aún siendo insuficientes, demuestran cierta voluntad de querer resolver el conflicto. Eso sí, todavía parece lejano el acuerdo.
¿Qué pasa con el Gobierno español?
¿Por qué no conocemos qué está haciendo, si ese es el caso? No se ha emitido ningún comunicado, ni publicado reunión o conversación alguna con sus colegas franceses, ni una palabra de aliento para los afectados, ni una declaración de apoyo, ni un solo paso al frente en defensa de los intereses del Sector.
No sirve con afirmar y reconocer que el Transporte por carretera es fundamental para la economía del país. Hay que demostrarlo siempre, pero más aún en situaciones límite, como la que vivimos actualmente.
Es un tremendo borrón en la gestión de un Ministerio que acaba de empezar, pero que está demostrando muy poca cintura a la hora de tomar cartas en un asunto de extrema relevancia. Esperemos que, aunque tarde (eso ya está garantizado), el Gobierno (no olvidemos que tenemos un ministro de Exteriores) recapacite y comience a llevar a cabo su labor, que no es otra que defender nuestros intereses. Los de todos.

